Los gorriones se arremolinaban en las ventanas de la casa hermandad. El aire soplaba con fuerza y se convertía en viento. Pasaban las cinco y media cuando llegué a la puerta. Ocho personas esperaban a que dieran las seis de la tarde.
- Vete temprano – me había dicho – si sales a las cinco vas bien.
- ¿A las cinco? Pero si eso no empieza hasta las ocho y media...
- Tú hazme caso, que cuando llegues ya habrá gente.
Y allí estaba. Dándole la razón. Miré al cielo. Un día tonto tenía como característica engañar al sol. No terminaba de acariciar con sus rayos la tierra cuando las nubes volvían a eclipsarlo. Los menudos naranjos que enmarcaban la puerta sufrían los envites del aire.
- ¿El último? – Un chaval levantó la mano como si estuviera en clase y demostrara su presencia ante la lista del profesor. Me sitúe a su lado y me dispuse a esperar. Entonces me acordé.
Sevilla tenía esas cosas. Ayer día de sol. Calor incluso, ante la presencia del astro rey que impone sus leyes en esta ciudad como ninguno. Las cuatro de la tarde se convierten en un colchón agradable donde la tibieza del ambiente hace presagiar una primavera temprana. La Cuaresma hace el resto para que nos lo creamos. Sin embargo, después de ese buen día, amanece otro. Y allí estaba. Abrigado con mi chaqueta de pana marrón, abrochada hasta la barbilla, mientras padecía las mecidas del aire. “Aquí hacen el frío y lo mandan pa’ toa Europa”, la frase era de mi amigo Jose, y se me vino a la mente justo cuando un nuevo soplo me hizo cerrar los ojos. Era frío, pero tampoco insoportable. La exageración era un rasgo familiar. “Estamos hechos para el calor” pensé mientras encogía mi cabeza entre los hombros en un acto reflejo.
El sol se desvanecía entre la espesura de las nubes y el paso del reloj. Dieron las seis y las pequeñas puertas se abrieron. Ya no había gorriones presenciando el pequeño grupo de personas que nos agolpábamos allí. Tan sólo quedaba Ella y su mirada de dolor, flanqueada por dos faroles.
- Este año es distinto – anunciaba la voz que emergía tras la primera fila de aglomerados – va por apellidos. Esto es una cosa nueva que s’han inventao los de ahí arriba. Me decís el apellido y yo os doy un papel con un número. Esto es pa’ que no se forme aquí abajo tó el lío a la hora de pagá. Son dos grupos: uno de la A a la K y otro de la L a la Z. Los de banco se van directamente al salón y luego a secretaría como tó los demás – el murmullo se extendió entre los que esperábamos nuestro turno – yo creo que esto va a sé un lío, pero es un invento nuevo de esta gente – comentaba convencido el pobre hombre, que concluía su resignación con una frase por lo bajo, certera y condenatoria, que resumía lo que realmente pensaba y sentía – esta noche no me como yo la tortillita – cogí mi número. El cinco del segundo grupo. Eché un vistazo a la puerta de la iglesia. Cerrada. Las seis y cuarto. Una vuelta y a las ocho otra vez aquí. Volví a acordarme de él.
Ya era de noche cuando regresaba a la puerta de la casa hermandad. El aire seguía desluciendo lo que quedaba de día. Los faroles de la puerta se tambaleaban al soplo de Eolo. La afluencia de personas era mayor ahora. Las dos puertas estaban abiertas y la gente entraba y salía sin parar. Me apoyé en un coche y esperé algo más para adentrarme en el interior de esa marabunta que inundaba la pequeña habitación de la planta baja. Miré el lugar donde me coloco los Martes Santos. Ahora tan frío y extraño. Tan huérfano y solitario. Tan desapercibido y corriente. Un trozo de acera ordinario. Apenas una pequeña parcela que se convertía en una plaza codiciada y requerida cuando la madrugada ya es Miércoles Santo. En la esquina un escaparate ilumina una caballería metálica nueva. Sin jinetes. Ya no existe esa taberna de la que hablaba el Pregonero.
- Perdona... ¿ya están repartiendo los números? – una señora me interrogaba con su mirada esperando una respuesta esperanzadora, pero mi expresión tuvo que ser de tres dígitos por lo menos. Le indiqué el hombre que los repartía y aproveché para sumergirme en ese mar de personas que se hacinaba en la pequeña estancia. Mientras nadaba para llegar a la puerta del segundo grupo, escuchaba frases suspendidas aquí y allá. “Esto es lo mismo de tó los años”; “ahora se forma el lío aquí y allí arriba”; “yo tengo número con los dos grupos”; “¿aquí es para banco?”; “fite, fite, ya hay cola en la escalera”. Por fin en mi destino. Totalmente perdido por lo nuevo de la situación le pregunté a un chaval que esperaba con su novia:
- Perdona... es que vengo a sacar la papeleta de sitio a mi hermana y estoy algo perdido. Cuándo se paga hay que subir a secretaría ¿no?. Se paga la papeleta y ya está ¿no?- Sí, sí. Se paga aquí el año, y luego arriba la papeleta de sitio. Y ya está.
- Gracias.
Las ocho y cuarto. Seguían repartiendo número. A le mente me vino una imagen de la casa hermandad apaciguada de gentío, bien entrada la noche, pero con algunas personas aún esperando su turno. Mi mente vagaba de un lado a otro, mientras el bullicio seguía creciendo. Volví a acordarme de él. Cuando saliera tenía que hacer una cosa.
- ¡El siguiente! – entré, pagué la cuota anual y volví a zambullirme en la marabunta para alcanzar la escalera. Me sobraba todo. Chaqueta, jersey, camiseta. Mejillas sonrosadas como aquella niña osada que vivía en los Alpes descalza y con mangas cortas. La escalera era una pirámide humana. Subí pegado a la barandilla pues en la pared había otra cola que se dirigía al salón. Primera planta. Allí estaba secretaría. Justo detrás de esa muralla humana. Sonreí divertido. Aquello era rocambolesco, pero todo el mundo se reía. Pese a todo, la gente conseguía jugar con la guasa y hacer ameno el momento. Se notaba el ambiente de hermandad. Se notaba esa complicidad entre hermanos que conocen la misma historia. Me dispuse a entrar en secretaría. Totalmente rodeado. Un flashback me trajo a mi cabeza al Dúo Sacapuntas vestidos de torero y diciendo aquello de “¿Qué cómo estaba la plaza? Abarrotá”. Dentro al fin. Papeleta de sitio en mano. Ahora tan sólo tenía que salir por el mismo sitio que había entrado. Aunque parecía totalmente imposible. Tras un buen tirón, salté a la calle. Aire fresco. Viento desagradable. Pero tenía la papeleta de sitio de mi hermana. Sonreí. Lo conseguí. Ya había salido. Entonces volví a acordarme de él. Tenía pendiente una cosa.
Noche cerrada en el cielo. Hora temprana aún en el reloj. La luna aparecía más lejos que nunca. Entré en la iglesia. Silencio. Avancé por la nave lateral y al final, recogimiento. Vuelco del corazón. Los pies del Santísimo Cristo de la Sangre me recibían. Cristo crucificado en una cruz horizontal. A Su derecha, de hebrea, Nuestra Señora de la Encarnación Coronada. A Su izquierda, Nuestro Padre Jesús de la Presentación al pueblo. Me persigné. Muy cerca. Recogidos en una intimidad emocionante. Me acerqué hasta que sentí el cordón rojo de terciopelo tocarme el pecho. Asomaba a mis ojos la emoción del momento. Suspiré.
“Hay un zagal que este año no os puede acompañar por las calles de nuestra bendita ciudad. Se ha lesionado el tobillo. Pero es fuerte y joven. Ha jugado mucho al fútbol y eso le viene bien. Seguro que se recuperará pronto. De hecho, progresa adecuadamente, pero ahora tiene que volverse a operar. Sé que todo saldrá bien, porque Vosotros lo Haréis así. Pero sería bonito que pudiera contemplar cómo rompe el izquierdo por delante del Pilatos mientras Te Presenta a Sevilla. Cómo se derrama Tu Sangre por nosotros. Cómo se mece la Palomita de Triana cuando baja Su Mirada en un sollozo contenido, que es el de toda una ciudad. Por él, y por su madre que es mi amiga, sería bonito que pudieran disfrutar de nuestra Semana Santa. Muchísimas gracias".
Bajé la cabeza y me sumí en un profundo silencio. Levanté la mirada y contemplé la belleza de la Señora de la Calzá. Me derramé con la Sangre del Santísimo Cristo y me perdí en las manos atadas de Aquel Hombre que era presentado. Las manos de don Antonio. Me persigné. Era la hora de volver a casa. Cuando abandonaba la capillita volví a perderme en la dulzura de la Encarnación Coronada. Entonces me pareció ver algo. Sonreí. “Gracias”.
Para el zagal de mi amiga Reyes...
30 comentarios:
Te diría algo, si supiera, o si pudiera. Quizás es una emoción inesperada en un día tan raro para mí... Y me gustan estos días nublados, pero tal vez yo ando más nublada aún.
Espero que para Dama hoy sea un día soleado, porque hay rayos verdiblancos, y el rayo que le has llevado tú.
Kisses
AGUA BENDITA PARA TRES JOYAS.
Me has traido muchos recuerdos, de esos medio prestados que me regalaba un buen amigo mío de Los Remedios y que estudiaba conmigo.
Y me has contagiado ese sentimiento que sale del roce de ese cordón de terciopelo cargado de simbolismo, el que separa lo divino de lo humano, y que muchas veces siento cuando no muy lejos de ese rincón de la calle Oriente la luz me sorprende en Santiago.
Y esos gorriones a los que tanto envidio. Cada día tengo mas ganas de poder vivir esos momentos a diario, sentir esos nublarrones y esos rayos de sol únicos. Vivir la espera de cerca.
Espero que el chiquillo se mejore, y que pueda disfrutar junto a los suyos de la Semana Grande que ya casi tenemos encima.
Besos!
Ya sabes que yo me caigo de mi casa y caigo en San Benito Abad. Que me encanta como anda el Pilatos, que me encanta el crucificado y lo bien que lo llevan y que me pierde la Palomita de Triana. Es mi barrio. Y claro...
Por cierto, como me he animado ya iré por mi papeleta en los primeros días de marzo. En mi sitio de siempre. Así que te veré el Domingo de Ramos.
Te dejo un enlace curioso, saboréalo:
http://mentideroscofrades.blogspot.com/2008/01/msica-y-costaleros.html
¡Ay! amigo, el primer día estuve yo para recoger mi visado hacia la gloria. Y es todo tal y como lo cuentas.
Y una primicia, el año que viene habrá dos expendedores de papeletas, una para banco y otra para cobrador, así se ahorra la segunda cola. O eso me dijeron que lo tenían técnicamente probado pero que esta cuaresma tan temprana no lo había permitido.
Preciosa crónica de una de las colas más sevillanas (y no es pa pillar na gratis precisamente)
Saludos
Antonio
Me declaro cautivada por la Virgen de la Encarnación y por su magnífico paso de palio. Qué pena que no valores semejante obra de arte en la Hermandad. Si lo hicieran no dejaría a ese capataz al frente ni un año más .
Querido Aguaó,
Qué bonito lo cuentas...me gustaría tanto haber podido estar ahí...
Besos, corazón.
La papeleta de sitio tiene un especial significado cuando por fin , despues de estar inscrita desde que nacistes, es la primera vez...
Querida Gata Roma, no te nubles. Todas las cosas tienen siempre un lado positivo. Recuérdalo siempre amiga. Un fuerte beso.
Auténticas joyas amigo Nefer, como bien dices.
Querida Veinteañera, los gorriones son los pájaros todoterreno de Sevilla. Son auténticos estrategas de la supervivencia.
Amigo Cabezota, me alegro muchísimo de tu decisión. Seguro que todo el esfuerzo que estás haciendo tendrá su fruto. Mi idea es ver entrar a Jesús Despojado. Si me ves (y puedes) pégame el toque. Por cierto... el enlace no tiene desperdicio.
Amigo Antonio... no me puedo creer que estuvieramos juntos. El de la chaqueta de pana marrón era yo y, como he dicho en la entrada, tenía el número cinco del segundo grupo. Desde las ocho y cuarto estuve junto a la máquina de latas de Coca-Cola.
Querido Romero, bienvenido a esta tu casa. Sírvete todo el agua que quieras para saciar tu sed. La Virgen de la Encarnación es un tesoro en sí mismo. La conjunción con su palio, como bien dices, es una delicia para los ojos.
Gracias querida Aliena. Las fotos son de ese día.
Mi hermana hace tiempo que saca la papeleta amiga Glauca, pero yo nunca había ido a sacársela a ella. Este año no podía, y tenía la sensación que salía yo. Esa sensación que, como bien has dicho, está cargada de un simbolismo especial. Yo lo recuerdo a la perfección cuando lo hice en El Gran Poder.
Un fuerte abrazo a todos.
Lo sé, pero a veces se me olbida... Sobre lo que me preguntas en el blog de Ainoha, es que hay varios clubs, pero en este mundillo todo el mundo se conoce más o menos; aunque yo ahora mismo no caigo... Después debería decir que tengo el nivel cognitivo... chungo.
Kisses
Parece mentira que casi todas las colas para sacar las papeletas de sitio ocurren cosas parecidas, como las que cuentas. Se arman unos follones... pero es la salsa de la cuaresma, el nerviosismo que todos llevamos dentro pensando en ese día en el que nos pongamos nuestro antifaz, pero también es esa mala organización de algunas Hermandades, todo hay que decirlo.
En cuanto a tu detalle de sacarle la papeleta a tu hermana, es algo precioso Ramsés por tu parte. Aunque creo que tal y como lo has contado, casi has hecho media carrera oficial, finalizando tu penitencia rezando ante los Titulares. De todos modos, me ha encantado este artículo... como siempre, gracias por tus entradas...
Un fuerte abrazo, ya nos queda menos...
Y yo que te digo...
Es algo increible.
Eres increible, gracias, gracias de corazón en nombre de mi hijo y mio.
Este año, ya saben que les falta un nazareno, seguro que tus palabras les han llegado, porque las dicta tu corazón.
Gracias.
Preciosa entrada, y precioso el momento. Porque a pesar de las incomodidades que pueda uno encontrar, no deja de tener encanto el rito de sacar la mpapeleta de sitio. Momento único de las visperas soñadas.
que dedicatoria!!!!!
El momento que describes, es de las cosas que más echo de menos de la Semana Santa de mi infancia. Lo has bordado!
Qué hermoso homenaje al niño de nuestra dama y que hermosa y sevillanísima cofradía la de la Calzá...
Andaba un servidor en la lista de los que se retratan por el banco con el ventitantos y luego en la segunda cola, que aproveché para coger boletínes y enviarlos a mis colegas d´afuera. Si viste a un tipo con una niña de tres años preciosa jugando con las estampitas de nuestros titulares, ese era el menda.
Saludos
Antonio
Dando una vuelta me saltó a los ojos... No me digas nada Cabezota, OLVIDA Si es que no estoy...
Kisses
Aguaó, vaya mitín es sacar la papeleta de sitio en San Benito ja, ja. Tiene mérito, sí señor.
Precioso lo dedicado al hijo de Dama, gracias aguaó, muchas gracias por esas palabras.
Sacar la papeleta es algo especial, yo hace cuatro años que no puedo ir a sacarla, por motivos laborales y van mis padres en mi lugar.
Por cierto, hoy es 20F y el 20M, jueves santo, un mes
Precioso amigo aguaó, no tiene otra definicon... me ha encantado el texto...
Que surte que ya tengas tu papeleta es tus manos... a mi me queda todavia una semana....
Un abrazo, amigo.
PD: no sabia que eras de San Benito, si lo llego a saber te dedico las dos galerias que puse hace poco del quinario y del besapiés... las proximas te las dedicare.
Querida Gata, no te preocupes, pues todos cometemos fallos. En cuanto al club, me refería al Guadalquivir, que se encuentra entre el puente del Alamillo y el de la Barqueta. Espero que estés mejor.
Efectívamente amigo Híspalis, ya nos queda menos, y estos detalles son la salsa de la Cuaresma. Y muchísimas gracias por tus palabras.
Gracias siempre a ti amiga Reyes. Me alegro de que te haya gustado. Un fuerte beso.
Efectívamente amigo Lacava, es un momento único.
Muchas gracias querido Gazpacho. La Papeleta de Sitio es todo un ritual que encarna el preludio de lo que está por venir.
El zagal y nuestra amiga se lo merecen querido Pregonero.
Amigo Antonio, posiblemente ya estaría yo fuera, porque los de banco sufrieron un tremendo atasco. Has formado parte del contenido de esta entrada. Por cierto, debo felicitarte por tu extraordinario trabajo en el blog de la Cuarentena Sevillana.
Pero se respira un ambiente de auténtica hermandad querido Del Porvenir. Allí todo el mundo se reía.
Querido Finidiblanco, el reloj parece que no progresa, pero lo hace. Ya quedan muy pocos días. Cuando nos demos cuenta son las elecciones, Antonio Burgos está en el atril y queda menos de una semana. Y gracias a ti por tus palabras amigo.
Querido Iván creo que te has confundido. O yo no me he expicado bien. La Papeleta era la de mi hermana, que es la nazarena de San Benito. Yo salgo en El Gran Poder, y aún no se han repartido. Pero gracias por tu detalle amigo.
Un fuerte abrazo a todos.
Te dejé un comentario pero se vé que no me lo colgaron. He remado en muchos sitios, dónde más he estado con diferencia es en el CAR justo en la otra orilla del Guadalca. Conozco mucha gente de compeiciones y eso pero desde septiembre estoy algo desenganchada, y la verdad es que lo hecho de menos.
Casualidades de la vida, una compañera de clase entró en mi blog y resulta que te conoce, a ver si se pasa otra vez y saluda.
Kisses
¡Vaya! Que sorpresa querida Gata. Podrías darme una pista para no dejarme con la intriga.
Un beso.
Otra vez te dejo un comentario y otra vez no se cuelga... Como pista te digo que es amiga de Andrés, creo, si te digo la verdad no he podido hablar mucho del tema... día caótico... Es otra coincidencia.
Kisses
Creo que lo entendi mal... perdon amigo aguao...
Un abrazo.
Te he visto, con tu chaqueta de pana y tu cuello entre los hombros...no se si sabes que eres especial, y único.
Tengo en mente quien puede ser querida Gata Roma. Espero que estés mejor, que te dieras un buen paseo por el centro.
Amigo Iván: sin problemas ninguno.
Me han emocionado tus palabras querida Cofiliquili. Gracias, de todo corazón.
Un fuerte abrazo a todos.
Siento llegar tarde querido Aguaó, pero no sé si sabes que he tenido el segundo accidente en dos meses así que entre rehabilitaciones, visitas a médicos y a hospitales me queda poco tiempo.
Impresionante como has descrito la recogida de la papeleta de sitio que supongo que en casi todas las Hermandades es igual, colas y paciencia. Yo, este año, con todo el dolor de mi corazón, no voy a poder realizar mi estación de penitencia. Y es que si mucho es tener un accidente, fíjate dos.Así que me toca verlo desde fuera este año.
Y por último, permíteme desde tu casa darle un beso a nuestra querida Dama y a su hijo para su pronta recuperación. Lo de tus palabras es sencillamente, en fin...
Querido Vicente, espero que encuentres una recuperación rápida y sin problemas. Me enteré de tu accidente por el blog de la amiga Reyes, y me alegré muchísimo (como escribí en mi comentario), que de nuevo fuera tan sólo, un susto.
Me alegro que, dentro de lo que cabe, estés bien amigo.
Espero, de todo corazón, que puedas disfrutar al máximo de la Semana Santa.
Un fuerte abrazo y que haya mejoría.
Llégo muy tarde. Así que: ¡Viva la Calzá!
Preciosa entrada.
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