viernes, 25 de julio de 2008

El rostro del pintor

"Esa fiera Gorgona y cruel a la que horriblemente colúmenes viperinos dan escuálida pompa, y espantosa tiene la crin" – Giovanni Battista Marino, 1613


Sudaba. Tenía la frente empapada. Su corazón bombeaba sangre con fuerza. Atrapado en su propio destino, avanzaba prudentemente. No se encontraba cerca de su tierra. No se encontraba en ningún lugar conocido. Allí sólo había oscuridad. Casi el fin del mundo. No lejos del reino de los muertos. Al Occidente Extremo. Un cavernoso hogar para tres monstruos. Una gran boca de piedra que daba la bienvenida a una profunda garganta oscura. Fauces de la muerte que recibían a todos aquellos que querían morir. Tres horribles hermanas, pero sólo una de ellas mortal. Se desplazaba con sigilo en el interior de aquel espeso lienzo de tinieblas. La vista se adaptaba como podía. Haces de luz repartidos por un angosto recorrido iluminaban con luz titilante pequeños retazos de aquel horrible agujero. Se acercó con mucho sigilo envuelto en penumbras. No se veía nada. Su corazón iba a estallar. En sus sienes sentía un martilleo profundo que se confundía con su agitada respiración. Un ruido. Los ojos se abren de par en par. Poca luz. Agarró con fuerza su espada y levantó el escudo. Un escudo pulido con esmero y conciencia. Tan brillante que reflejaba la realidad. Y esa era su intención. La poca luz del tenebroso lugar dejó ver miembros petrificados. Un brazo. Una pierna. Una cabeza cuyo rostro había quedado atrapado en un grito de terror. Llegó al final del angosto pasillo cavernoso y se abrió una galería con varias columnas. Poco más se podía ver. Un nuevo ruido. Los músculos se tensaron. El sudor brotaba a borbotones y caía en surcos interminables por su cuello. La mirada iba de un lado a otro. Pupilas dilatadas. Escudo en alto. Espada presta. Pegó su espalda a una de las columnas. Silencio. Nada. Un fortísimo silencio que helaba su sangre. Avanzó con paso inseguro sin hacer ruido hasta la próxima columna. Quietud. Silencio y calma. Una calma similar a la que antecede una tormenta. No se escucha nada. Tan sólo el corazón tamborilea en su pecho. Un siseo aceitoso cruza la galería. Denso y agudo a la vez. Levantó la espada y ocultó su rostro tras el escudo. Comenzó a mirar a través de él. Algo se arrastraba. Su corazón martilleaba con fuerza. El sudor no dejaba de empaparle. Un penetrante escalofrío recorrió su espalda. Algo se acercaba. Tragó saliva y abrió más los ojos. El ruido venía de la penumbra interior. De aquella garganta interminable de sombras y noche. No se veía nada. Tensión. Espera. Un nuevo siseo. La sangre golpea con fuerza sus sienes. Levanta el escudo y empieza a contemplar aquello que se acerca por su espalda. De nuevo silencio. Un olor nauseabundo le rodea. Y entonces, un reflejo dorado aparece ante sus ojos. Aquel monstruo ya no estaba a su espalda. Estaba frente a él. No pudo evitar contemplarla. Alas de oro y manos de bronce. Y su cabeza... su cabeza estaba rodeada de serpientes y sus ojos echaban chispas. Aquella mirada penetró hasta lo más profundo de su ser. No pudo dejar de mirarla. Y de pronto sintió que todo se paraba. Sintió que sus piernas se clavaban al suelo. Que sus manos quedaban atrapadas en un rictus mortal. Que su pecho lo aprisionaba con fuerza. Sintió que la piedra lo ahogaba por dentro y que su hálito de vida escapaba en un suspiro frío. Un suspiro de terror y muerte. Cuando la oscuridad eterna lo envolvía volvió a contemplar ese rostro. El rostro de la Gorgona Medusa. Aquel rostro que no era otro sino el suyo.


Michelangelo despertó sobresaltado. Jadeaba con fuerza mientras se miraba las manos. Aún lleno de incredulidad se levantó. Las sábanas estaban empapadas. Su frente brillaba de sudor. Se acercó al espejo y contempló su rostro. Había soñado con Medusa. Con la Gorgona a la que mató Perseo. En su sueño tenía que matarla... pero no pudo. Quedó atrapado por esa mirada petrificante de vida. Lo que más sorprendió a Michelangelo fue que el rostro de la Gorgona... era el suyo. El mismo que ahora contemplaba en el espejo. Se palpó su cara y comprobó que no había sido más que un sueño. Se dio media vuelta y observó el lienzo preparado para pintar. La luz del alba irrumpía con fuerza en la ciudad eterna cuando Michelangelo comenzó a teñir con pintura la inmaculada tela. No podía parar. Tenía una idea en su cabeza. Su mano se movía con destreza y agilidad y sus miradas oscilaban entre el espejo y el lienzo que empezaba a mostrar la silueta de un rostro. El esbozo de una mirada. Rondaba el año de 1595.


Francesco del Monte estaba muy orgulloso de su protegido. Aquel muchacho de 29 años demostraba en cada encargo que su genialidad pictórica era incuestionable. El Arte de la Pintura era un poder que conseguía dominar hábilmente. Sin embargo, su fuerte carácter, huraño, amargo y violento, a veces le jugaban malas pasadas. Aún así, Del monte sonreía. Por fin había acabado. Hacía un año que le encargaron las pinturas de la Capilla Contarelli, y las había entregado rápidamente. En ellas se podía contemplar un claroscuro perfecto. Un contraste de luces magnífico. El tenebrismo puro de un pintor que se abría camino hacia la fama. Si bien ese éxito lo compartía con sus riñas y continuos enfrentamientos. Del Monte no sabía que su protegido ya palpaba el Barroco con las dos manos. Lo único que sabía el cardenal era que por fin iba a contemplar aquella obra que le encargó hacía cinco años. Y entonces entró y la vio. Allí estaba la obra. Terminada y ajustada sobre un escudo, como había pedido. La cabeza de la Gorgona. Medusa. El regalo que le había prometido al Gran Duque de Toscana, Fernando I de Médicis. Del Monte no daba crédito. Unos terribles ojos le miraban desde la superficie convexa. Las serpientes se arremolinaban alrededor del rostro. Un rostro desencajado. Un rostro que destila dolor y sufrimiento pero a la vez transmite horror y pavor. Una cabeza recién mutilada de la que brota sangre mientras exhala un último grito ahogado. Un grito de miedo y odio. La cabeza de Medusa. La mirada de Medusa. Capaz de petrificar a cualquier ser mortal e inmortal incluso después de muerta.

Del Monte miró a su protegido. Michelangelo esperaba su opinión, aunque la mirada del cardenal expresaba su desconcierto. Silencio. Nadie habló. El pintor levantó la cabeza. Francesco del Monte volvió a mirar el escudo. Realmente aquel muchacho era un genio. Perseo utilizó el escudo como espejo para matar a la Gorgona. Igual que había hecho él para pintar el lienzo. Pero el rostro... el rostro era el suyo. El terror y el miedo procedía de aquel rostro que ahora esperaba con mirada arrogante una opinión. Para su sorpresa, el cardenal sonrió. Eres un genio, Michelangelo Merisi da Caravaggio, le dijo Francesco del Monte.


Corría el año 1600, y aquel encargo acabó en las manos del Gran Duque de Toscana. Las malas lenguas decían que el cardenal tenía otras intenciones. Por aquella época, había en el Palacio de los Médicis un cuadro con la misma temática, pero del gran Leonardo da Vinci. Del Monte quería demostrar que Caravaggio era tan bueno como el gran genio da Vinci. Algunos lo tomaron tan sólo como una oportunidad del cardenal para manifestar la gran calidad de su protegido. Pero qué más da... de una forma u otra, aquel escudo terminó en Florencia. En el Palacio de los Médicis. Observándolo todo con su mirada. La misma que atraparía la conciencia de todos aquellos que la vieran. De todos aquellos que comprobaran que aquel rostro de miedo y horror, era el de un hombre que en lo más profundo de su ser, se veía como un monstruo...


Retrato de Caravaggio - Ottavo Leoni

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, aguaó, me iba a ir estaba sopesando si irme a comer o leer tu texto que se veía largo.
Me dije, voy a empezar a leer para ver de qué va y luego me marcho, pero ha sido imposible. Tu relato me ha atrapado como Medusa.
Qué capacidad para describir las escenas de acción y la sensación de convertirse en piedra.
Es corriente que la inspiración llegue en forma de sueño o pesadilla, y como se nos clava tan hondo, en el subconsciente, es fácil guardar las imágenes que deja y convertirlas luego en un producto artístico, como tu narración.
Enhorabuena! Y ahora me voy a comer.

Finidiblanco dijo...

Esa capacidad de darle ritmo a la acción con esas frases cortas y saber reflejar en el lector las imágenes de lo que ocurre es GENIAL.

Yo de Caravaggio me quedo con la crucifixión de San Pedro, quizás porque el que tira de la cuerda me recuerda a cierto personaje secundario de una hermandad del Jueves Santo.

América dijo...

Que le puedo decir me atrapa!,al igual que saboro solo comencé para tantear el texto y leerlo luego con calma ,sin embargo seguí,acelerada no por terminar rápido ,al contrario me sentí envuelta en el torbellino de imagenes tratando de ir un paso mas allá me dejo sin aliento!....Me encanto!!!!!!!!!

Verdial dijo...

Es un verdadero arte lo que haces Aguador, contar como relato episodios de la historia.
Eso no es ser cronista, es ser artista.

En cuanto a la entrada, me ha gustado mucho.Me gusta la pintura y conocer datos y hechos de los pintores, y ambas cosas quedan satisfechas para mí en tu publicación.

Juan Duque Oliva dijo...

Yo si fui a comer primero porque sino acabaría como la medusa pero en vez de serpientes tendría una tortilla en la cabeza.

No sabía de lo que iba la historia y me ha cautivado por completo. La pintura se ve de otra forma cuando conoces su historia lo que llevó a su creación y el transfondo de esta es tremendo.

Pero lo más tremendo es como lo cuentas, tu si que eres un mosntruo de las letras y creo que también de la pintura aunque todavía no he visto ninguna obra tuya.

Besos aguaó.

nefer dijo...

La cabeza de Medusa, en el escudo de Perseo pintada o en la mano de Perseo esculpida, dos grandes impresiones en mi niñez.

GENIAL AMIGO.

1BESO.

Zinquirilla dijo...

Qué ilusión me hace conocer la historia ahora que se acerca mi visita a los Uffizi.

Diego Romero dijo...

Preciosa entrada; como todas. Sin duda, después de leer el texto se aprecia y comprende mucho mejor la obra.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Te leí anoche pero tenía que volver a leerte, desde el lugar en el que me encuentro en este momento...

Que razón tenía nuestro querido Tarbernero en aquel acertado comentario.

PD. Mi bici, mi portatil y yo estamos en la Facultad de Historia...

Jordi de Triana dijo...

Ciertamente amigo Aguador tu genialidad no tiene límites. El agua de tu búcaro amablemente compartido brota de la profundidad infinita de un pozo de sabiduría y generosidad.
No existe mejor regalo que ofrecer al amigo que compartir con él tus conocimientos y la pasión por el arte, un arte tantas veces admirado. Un arte que conocemos superficialmente, admiramos sus formas, su cuerpo, pero que poco conocemos de su alma, del sentido de su existencia. Pocas veces nos paramos delante de la obra para profundizar en el sentimiento y en el contexto que la vieron nacer. Detrás de una gran obra existe la genialidad de un artista y en verdad amigo que el artista, el momento y la obra han quedado plasmados con profundidad y exactitud una vez más en tu Catecismo del Arte Universal.
Los grandes creadores de la Historia Universal a lo largo de los siglos han bebido de las fuentes de la genialidad, de la inspiración de un ente superior o de la negación a la existencia del mismo y sobre todo han sabido retratar con certeza las imágenes de sus sueños.
Caravaggio tentó a su suerte con su obra. Por aquellos tiempos era difícil asumir la brillante realidad en su obra, ciegos ante la naturalidad con que el autor reflejó el dolor de Cristo y de su Madre en la agonía de su Muerte y por haber representado a los protagonistas principales del Catolicismo tomando como modelos a las personas de más baja condición de la Italia del XVI y XVII. Caravaggio declinó su existencia como otros grandes artistas asumidos en la desidia, en la mediocridad y en la vulgaridad de una vida, que para nada se corresponde con tanta excelencia artística. Caravaggio representó con sublime genialidad el dolor ante la Muerte y la compasión del vencedor contemplando la derrota del enemigo vencido. La reflexión me lleva a pensar que muchas de las grandes obras del Arte Universal no hubieran sido posibles si el innato talento del artista no se hubiese visto acompañado por la dureza de los momentos vividos, por la carga de profundidad de una vida llevada a ritmo acelerado, apasionadamente y minuto a minuto paseando de puntillas y a pies descalzos por una fina cuerda sobre el abismo infinito de la desgracia y de la miseria de la condición humana.
En fin Aguador tu relato es conmovedor e inquietante. Una vez más la angustia de un sueño se sustancia en belleza dibujada sobre un lienzo por las manos de un genial pintor.
Vuelvo a decirte amigo Aguador como a Glauca, a Híspalis y al resto de mis profesores que no me olvido de vosotros y de vuestra obra. Simplemente os ruego me permitáis, que a veces y cuando las circunstancias de la vida no resulten para mí lo más favorable posibles que lo hagan en silencio.
Un abrazo y hasta pronto.

La gata Roma dijo...

Tal vez has descubierto la clave, la clave de ese manejo de la luz es haber visto la luz de Roma… Leyendo esto casi me da un tirón saber que aún me queda casi un mes para andar por aquellas tierras, y cosas de la vida, uno de los días que estaré allí tengo escapada a Florencia… Esto me hace bastante ilusión porque tengo alguna cuenta pendiente allí.
Me ha encantado, una entrada genial, de verdad.
Kisses

aiNOha dijo...

Preciosa entrada querido Ramsés. Como siempre.. aprendiendo cosas nuevas ^^

Por cierto, he escuchado la entrevista en punto radio, espléndida, has estao genial querido amigo.

Enhorabuena y muchisimos besitos!!!!

Mer dijo...

Magnífica entrada, magnífica entrevista, magnífico bético, magnífica persona...cuanto vales.
Un besazo

Néstor dijo...

Y ¿quién no guarda un monstruo dentro?

del porvenir dijo...

Bien. Muy bien

Rascaviejas dijo...

Le vamos a acabar fichando en Punto Radio, sí señor...¿Usted tuvo a Gómez Piñol hablando y hablando sobe Caravaggio? Era un poco mareante, como la cabeza de la medusa, dando vueltas sobre sí mismo...
Un abrazo y enhorabuena.

María_azahar dijo...

Enhorabuena por la entrada. Sencillamente magnífica.

Westley dijo...

muchas gracias por esto, me gustaria mucho que visitarais mi blog, pues estoy empezando y m gustaria conocer vuestra opinion:www.lunahambrienta.blogspot.com

Herodes Antipas dijo...

Desde luego, eres increíble. Atrapas desde el principio y una vez en tus "garras", ya no me sueltas hasta el "X comentarios".
Es un placer y un honor, y no es la primera vez que te lo digo, el tenerte ahí para disfrutar de tus escritos.
Felicidades y un fuerte abrazo.

Antonio dijo...

Aguaó en las ondas hertzianas y sin avisar para estar al liquidoi que suelen decir por donde Moe...

Pues tengo que ponerme en contacto contigo para un experimento con esta entrada...

Antonio

J. Iván Martín dijo...

Gran entrada, si señor, me ha encantado. Has sabido meterme en la historio con tu texto...

Como siempre enhorabuena.

Un abrazo.

PD: no sabia que habias salido en punto radio... me habria encantado escucharlo.

Moe de Triana dijo...

El relato excepcional Aguaó miarma, de categoría...

Ahora, el pintor tiene más mala cara que un cuarto baño sin azulejos, de verdá que si.


¡Un saludasso amigo!

el aguaó dijo...

Muchísimas gracias Soboro. A veces las pesadillas suelen convertirse en una fuente auténtica de inspiración.

Un muy buen cuadro también amigo Finidiblanco, tuve la suerte de verlo en persona y es una obra que impacta muchísimo. Y te da la sensación de estar sobre el canasto de la Exaltación. Gracias por tus palabras amigo.

Gracias querida América, el sentirse atrapado era una de mis intenciones. Como estuvo Caravaggio.

Muchísimas gracias querida Verdial, me alegro mucho de que te guste.

Sóis ustedes, querido Juan, los que me apoyáis y animáis con vuestros comentarios. Y yo lo único que pinto es mi casa... y a veces ni eso.

Gracias querido Nefer. A mi me daba miedo la película de Furia de Titanes.

Gracias amiga Zinquirilla. Espero que te sirva.

Gracias Lacava, me alegro que ahora te sea más comprensible.

Tus palabras son siempre tremendamente reconfortantes amiga Glauca. Gracias.

Se te siente ahí, amigo Jordi, aunque no escribas, aunque cuando veo un comentario tuyo me hace mucha ilusión. Compruebo con satisfacción que te gusta la obra de Caravaggio y dominas el tema. Me alegro que te gustara.

Ojalá puedas perderte en esa mirada amiga Gata. Luego me cuentas lo que sentiste.

Gracias por tus palabras querida Ainoha. Sete echa de menos.

Haces que me ponga colorao querida Mer. Muchísimas gracias por tus palabras, que son todo un honor para mí.

Todos. Aunque algunos salen con más frecuencia que otros amigo Néstor.

Gracia amigo Del Porvenir.

Querido Rascaviejas, tuve a Gómez Piñol enla asignatura de Arte Hispanoamericano, y aunque no daba vueltas con la Cabeza de Medusa, las daba con los famosos boios.

Muchísimas gracias querida Charo.

Gracias a ti amigo Heródes. Para mí es honor el teneros a ustedes siempre ahí.

Cuando quieras amigo Antonio. Estaré pendiente.

Bienvenido Iván, espero que hayas disfrutado de tus vacaciones.

Po fite encontrarte a Caravaggio por la noche amigo Moe.

Un fuerte abrazo a todos y gracias por vuestras palabras.