jueves, 20 de septiembre de 2007

La ducha

Llega un momento a lo largo del día en que solo se te apetece una cosa: darte una ducha. Como norma general suele ser un auténtico placer, pero en ocasiones se convierte en un martirio o en una especie de gymkhana, repleta de sinsabores y pruebas parecidas a las que conforman Humor Amarillo o el Grand Prix. Tal vez sea coincidencia, o sencillamente el azar se alía con el momento clave.

La ducha siempre ha tenido diversas connotaciones, aunque la mayoría de ellas relacionadas con la higiene, evidentemente, el descanso o el placer. Incluso la combinación de las dos últimas: el placer del descanso. Es como un paréntesis a lo largo del día, como un oasis donde la mente se evade y reflexionas, donde tu cuerpo se relaja y se renueva al mismo tiempo. La ducha es uno de los mejores momentos del día.


Pero en ocasiones no es así y se transforma en un auténtico potro de tortura. Quizás Alfred Hitchcock se dio cuenta y ya nos lo dio a entender en Psicosis. Puede que sea a partir de ahí cuando empieza a generar cierto miedo, y es que la aventura de ducharte puede superar cualquier deporte extremo, ya sea snowboard o alpinismo... ¿exageración? creo que no.

Puedes estar toda la tarde en tu casa y no ocurre absolutamente nada, entonces llega la hora de ducharte. Estás solo, pero da igual, así puedes relajarte tranquilamente. Coges todas las cosas necesarias, te metes en el cuarto de baño y después en la ducha, cuando llevas unos escasos minutos, se escucha el teléfono. No te lo puedes creer. Piensas: 'Llevo aquí toda la tarde y no ha sonado ni una sola vez, y me acabo de meter a ducharme y suena'. Entonces hay dos opciones: una que es quedarse en la ducha y dejar que suene el aparato hasta que cese el timbre, y otra que es salir a la desesperada para intentar llegar a tiempo y cogerlo, ya sea porque esperabas una llamada, ya sea porque quieres atender tanta insistencia. Suena otra vez. Te empiezas a poner nervioso. No lo cojo. Vuelve a sonar. ¿Me da tiempo?. Finalmente decides arriesgarte. Sales rápidamente, sin tiempo para secarte por supuesto, corres derrapando y resbalándote en todos los giros que haces. En tu mente escuchas a Luis Moya diciendo en todo momento 'A raaasss', 'cuidado barro', 'ojo nieve'. Estás llegando al teléfono. Ahí esta. Justo delante de ti. Te acercas. Lo tienes al alcance, sonando constante e insistentemente. Por fin lo coges y dices resollando y entre alientos de ahogo: "¡Dígame!", al otro lado se escucha un sonido que hace que nuestra sangre hierva en las venas: cuc-cuc-cuc-cuc. Y no te lo puedes creer, han colgado. Cuelgas tu también, te das la vuelta y observas el panorama. En el suelo hay un largo reguero de agua, que llega hasta tu posición, en donde un gran charco aumenta. En tu mente comienzas a preguntarte como has podido girar tan rápidamente sin caer al suelo, como si practicaras snowboard.
Otra variante de la duchus interruptus es la ‘llamada a la puerta’. Más compleja si cabe. Cuando el timbre de la puerta suena sabes que alguien está ahí. Esperando. Alguien que quizás necesite algo, o simplemente alguien que viene de visita. Puede ser un miembro de la familia piensas, cuya cavilación viene acompañada de un '¿por qué no se han llevado la llave?'. Sea quien sea empiezas a dudar. Ahora no es el teléfono. Quien sea esta ahí. Si pasa un breve periodo de tiempo y cesa el timbre te relajas. No ha pasado nada. Ya volverán. Quizás fuera publicidad. Pero si siguen insistiendo ya te empiezas a mosquear. El nerviosismo crece y te hace dudar... ¿salgo?, ¿abro?. Decides gritar: "¡¡Voyyyyyyy!!". Siguen llamando. 'Si ya he dicho que voy'. Te acababas de meter. Ni siquiera te ha dado tiempo a enjabonarte. Llaman otra vez. Resoplas y piensas 'que pesao'. "¡¡Voyyyyyy!!". Te enrollas en la toalla rápidamente o te pones el albornoz, mientras mascullas en voz baja y con la respiración entrecortada "...seguro que es 'la Manolita' que quería venir". Pero no. No es 'la Manolita'. Es un señor con una carpeta grande, una sonrisa de oreja a oreja, que empiezas a pensar, cada vez con mayor fundamento, que es por tu aspecto, y que tiene una promoción muy interesante para ti. O tal vez una enciclopedia, o unos cuchillos que cortan mucho, o un seguro de vida, o si quieres vender tu casa... pero eso ya da igual, porque una vez más, un gran charco crece bajo tus pies.

La ducha también se puede convertir en un terreno peligroso. Sí, sí. Te dispones a enjabonarte. Cierras el grifo. Coges el champú. Te enjabonas la cabeza. Dejas el bote en su sitio pero la visión se ha emborronado un poco. Giras sobre ti mismo para coger el gel y de pronto te das cuenta que tu pie izquierdo coge velocidad hacia la Meca, y que el derecho hace lo mismo hacia Gelves. Cual Spiderman lanzas una mano al aire para agarrarte a lo primero que pillas. Si tienes cortina, te das cuenta que es hora de renovarla, porque con las anillas rotas y los agujeros dados de sí ya no es útil, y además está en el suelo contigo. Si tienes mampara puede ser más divertido, y te preguntarás como has sido capaz de practicar claque y ballet al mismo tiempo en un espacio que mide un metro cuadrado.

Pero la ducha también puede ser un lugar realmente acogedor. Puedes cavilar y recapacitar profundamente en un estado de relajación mental, o puedes dar rienda suelta a tus habilidades artísticas como cantante. Todo aquello que tenga letra es susceptible de ser entonado en la ducha, abrigado por la intimidad que ofrece. El problema llega cuando la entonación sube o baja dependiendo de la temperatura del agua. ¿Por qué sucede esto? muy sencillo. Según el termo que tengas puede ser una cosa u otra. Si es de gas, el agua irá cogiendo una temperatura que irá descendiendo progresivamente, como si te metieras en Sanlúcar de Barrameda, donde el clima acuático es similar al de un caldo del puchero, y caminaras hasta Isla Cristina, donde las aguas son gélidas y las uñas de los pies comienzan a despegarse y el vello de las piernas a caerse. Si te ocurre eso sueles darte la ducha más corta del mundo. Lo sucinto para la higiene personal.
Si tu termo es eléctrico y alguien decide fregar, lavarse las manos o llenar una botella del líquido elemento, el agua se enfriará súbitamente y puedes retirarte lo más rápido posible o morir de una hipotermia, si el que abre el grifo sencillamente lo hace para escucharte gritar y romperte lo que hubiera sido una relajante ducha.



Todos estos detalles suelen ocurrir cuando te metes a ducharte y no hay nadie, exceptuando el caso del termo eléctrico, pero como norma general podemos disfrutar de la ducha como un oasis o un momento de tranquilidad y placer a lo largo del día... ¿o no?, ¿os ha pasado esto alguna vez queridos amigos?, ¿habéis derrapado en vuestro salón por coger el teléfono?, ¿os habéis quedado sin gas alguna vez?, ¿practicáis ballet o claque en vuestra ducha?... echaos un trago de agua mientras reflexionais bajo la ducha.

26 comentarios:

Finidiblanco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Finidiblanco dijo...

La Ley de Murphy ya lo dice: "si algo puede salir mal, saldrá mal"

Anónimo dijo...

Magnífica entrada... jejeje.
Un amigo mío tiene una frase pero en relación a la bañera.
"Teorema de la bañera: cuando un cuerpo se sumerge en un fluído... suena el teléfono".

Anónimo dijo...

Las bordao aguaó, el teléfono y la puerta de entrada tienen la culpa.A mi me pasó una cosa similar, pero con consecuencias peores.Como no, estaba dándome un placentero baño(yo por suerte tenía bañera)y de repente llamaron a la puerta, era mi hermano,y por cierto, me acorde de mi familia un montón.Se le olvidó la llave y como no,fuí a abrirle, salí mojadito de la bañera,se me resbaló el pie,que llego al marco de la puerta del cuarto de baño,y todo esto corriendo.Al final el dedo chico del pie derecho se puso mirando para Gelves.En conclusión rotura del dedo chico del pie.Conclusión ,si llaman a la puerta no habras,ya vendrán mas tarde.

Anónimo dijo...

A estas horas y este texto... me has hecho reir...
Gracias Aguaó

Paços de Audiência dijo...

La famosa ley de Murphy. Yo lo siento, cuando me meto en la ducha no soy persona. No hay teléfono ni timbres.

Y, no es broma, una vez tocó el timbre de mi puerta, una tía buenorra, modus Bad Boys (sólo un abrigo, puesto), pero estaba en la ducha y no abrí la puerta. Cosas que me pasan. Por supuesto, le dije que tenía silenciado el móvil... por eso no escuché.

Cosas del cabezota sevillista.

el aguaó dijo...

Totalmente. Murphy tenía que ser un tío muy pesimista, pero nos acordamos de él en estos momentos amigo Finidiblanco.

¿Tu amigo ha patentado su teorema querido Maese?

A esa conclusión, querido Caliz de la canina, llegué cuando había practicado ballet y claque varias veces.

Gracias a ti amiga Glauca, por no faltar nunca en este humilde rincón y mejorarlo con tus palabras.

Yo creo que si no abriste en esa ocasión podrás pasar de las demás tentaciones amigo Cabezota.

Un abrazo a todos.

P.D. ¿No habéis sufrido nunca los problemas del termo, ya sea de gas o eléctrico?

El Caliz de la Canina dijo...

Pues naturalmente aguaó, lo peor es cuando te estas duchando y se acaba la bombona o se va la corriente eléctrica.Primero: te cagas en tó.Segundo: empiezan los vellos a empalmarse.Tercero: llegan los escalofrios.Cuarto: te cagas otra vez en tó.Quinto: llamas a alguien por si puede cambiar la bombona,si no hay te cagas en tó otra vez.Sexto: salte de la ducha porque no hay nadie y te tienes que j..... y por supuesto te cagas en tó.
En fin, como pase algo tienes que aguantarte, a no ser que haya un alma caritativa.

La canina volvera pronto .......

Reyes dijo...

Lo peor es que se te apague el termo, que en mi casa, al estar en el lavadero, nada más que haya corriente se apaga, y tienes que salir con la cabeza llena de champú y la toalla, en medio de un charco con el agravante de que mi vecina, que en mi caso tiene un GPS que cada vez que asomo se asoma, me hace el mismo comentario:
¿Que, se apagó el termo verdad?
No, es que me gusta asomarme así al lavadero...

David dijo...

Afortunadamente los tiempos de sufrir casi una hipotermia porque la bombona de butano se había agotado pasaron al olvido con el suministro de gas natural.

Con respecto a responder teléfonos y puertas, lo siento, pero que esperen.

En cuanto a lo de bailar claqué o danzas tribales africanas, con grandes movimientos de manos y contorsiones variadas sólo lo he sufrido una vez: volvía de una noche larga, intensa en cuanto a consumo alcohólico y me dió por ducharme para acostarme sin el horrible olor a tabaco y sudor adquirido en los múltiples antros a los que me condujo la noche. Evidentemente la mezcla mareo, agua y superficies deslizantes sólo me podía llevar a caer sobrela cortina, con la buena fortuna que no me di ni con el lavabo ni con el sanitario. Pero aprendí la lección........

Otro día os hablaré en mi blog de mis duchas exhibicionistas, como las llama mi parienta.

canalsu dijo...

Buen análisis amigo, con las duchas hay que andarse con un látigo y no confiarse. Llegué a casa un viernes por la tarde después de tres días de unas conferencias sobre mi trabajo en Valencia. Mi mujer había salido con los chicos.

Sólo hay una cosa mejor que una ducha relajante en esas circunstancias: una ducha con un buen whisky acompañándote sobre el lavabo. Después de ducharme, el cuerpo seco que no el cabello, caí en la cuenta de que no me había lavado el pelo. Por no meterme otra vez me dispuse a hacerlo inclinándome sobre la bañera. La alcachofa en el soporte inferior colocada de aquella manera, mi cabeza enjabonada y mi manía, reiteradamente reñida por mi mujer, de dejar la presión de la ducha en posición de masaje reparador.

Las leyes de la física se aprenden mejor con la experiencia, yo aprendí la propulsión a chorro cuando le di a la palanca de la ducha; después de soltar el primer manguerazo de agua sobre mi cara desprevenida, aquella endiablada alcachofa la emprendió en un epiléptico baile, serpenteando como una bicha loca y escupiendo su veneno por todo el baño.

Con los ojos cerrados por el escozor del champú, manoseé a ciegas buscando la palanca visto que la alcachofa era inalcanzable. En esos momentos es cuando se nota el paso de los años, porque no es tan fácil intentar incorporarse de golpe después de un rato agachado sobre la bañera. Los riñones pueden dar fe de lo que digo.

Después de unos segundos en que sólo intuía la situación de la amenazante alcachofa por los golpes rabiosos que daba contra la mampara y la pared, decidí tirar por la calle de la izquierda que es donde tenía la toalla, sobre el lavabo, junto al vaso de whisky. Tuve suerte y el vaso se derramó sobre el lavabo empapando una parte de la toalla. Con los ojos secos, la maldita alcachofa no tuvo nada que hacer conmigo, pero tardé tiempo en convencer a mi mujer, que había llegado en ese momento, de que el pestazo a alcohol no era mío. Del techo, ni te cuento.

Moraleja, hay que cuidar la presión y si bebes, no te duches.

Paços de Audiência dijo...

Viva el gas natural.

Rascaviejas dijo...

Destino educativo: Instituto de Loja. Compartir piso. Compañero encantador pero algo espeso.(Si han visto "Notting Hill", ya saben...) Escarchas de hielo en la ventana. No fallaba. Quedaba pococ gas. Hasta que llegaba yo. Entonces ya no queda absolutamente nada. Por supuesto enjabonado. El de la bombona de butano, el dueño de la casa vive una calle más arriba, lo de arriba bien dicho: como 50 metros de desnivel. (o sea, bajaba medio grado menos de temperatura...) Grito en la tarde-noche. Secarme el jabón o enjuagarme. Hamletiana cuestión. Opción higiene: enjuagarse con agua fría. Nuevos gritos en la noche. Salgo "reliao" en dos toallas.Comentario de la situación al compañero. Opción habitual: ¡ah, pues hoy no me ducho!...

Anónimo dijo...

Ja ja ja ja ja. Simplemente genial, no me cansaré de leerte. Siempre terminas poniendo una sonrisa en mi boca y seguro que también en todos los que te leen. Me encanta tu sentido del humor. Un besote.

Anónimo dijo...

PD.: Que nunca cambies, ni te cambien.

el aguaó dijo...

La verdad es que sí. Te sueles cagar en tó.

Quizás tenga instalada en su casa una célula fotoeléctrica amiga Dama, como la que hay en las tiendas cuando entra alguien. ¡Ay esas vecinas entrometidas!.

Magnífica historia querido Beticus, afortunadamante pudiste esquivar el sanitario. Como dice Canalsu: si bebes no te duches.

¡¡Qué grande eres Canalsu!! por cierto... ¿cómo le explicaste a tu mujer lo del vaso?

Yo no lo conozco aún amigo Cabezota.

Querido Rascaviejas, eso era una situación extrema. Tanto climáticamente hablando como el mencionado desnivel. Creo que la solución adoptada era la lógica. Imaginaba que había compañeros de piso como los de Notting Hill, pero creía que nadie los había visto jamás. Curioso.

Muchas gracias por tus palabras Tata. Eres bienvenida siempre que quieras.

Un fuerte abrazo a todos.

Maru Serrano dijo...

Veo que son todo un éxito tus entradas, no es para menos. Toda una tesis sobre la ducha. Hay que mencionar cuando estás solo, enjabonado y se acaba la bombona. Cuando estás agustito, sigues estando solo, y ya metido en la ducha recuerdas que se te ha olvidado la toalla. Y bueno, supongo que habrá mil historias más sobre una cosa tan simple como es ducharse. Algunas un poco escatológicas. He compartido piso durante muchos años y siempre ha coincidido con que sólo había un baño. Estás en la ducha o te dispones a ducharte y hay algún criminal que se le antoja o ya se le ha antojado entrar antes que tú para excretar. Si no tienes prisa, esperas. Pero cuando has quedado, llegas tarde al trabajo y no tienes más remedio que entrar, esto es un auténtico desastre.

Er Tato dijo...

Pedazo de "peoná" en el jardín, que ya le hacía falta. Pedazo de ducha con el agua "templaíta". ¡Qué gustazo!

Yo soy de los que ni coge el teléfono, ni abre la puerta, ni sale a cambiar la bombona. Si llamán, ya llamarán después. Si se acaba la bombona, un par de grititos y un par de huevos....

Un abrazo, aguaó.

P.D.: A la Dama le aconsejo un termo de encendido automático sin llama. Sigues cagándote en "tó" cuando se acaba la bombona, pero ahorras gas y evitas que la vecina te sople en el termo...

Reyes dijo...

Lo más gracioso es que tengo gas natural...

el aguaó dijo...

Amiga Criticona, eso sí que es una mala pasada. Si tienes ventana en el baño puedes abrirla, pero si para más Inri es cerrado, de esos que tienen una rejillita pequeña en el techo a modo de respiradero... apaga y vámonos. Vuelve cuando quieras, pues esta es tu casa.

Visto de esa manera... es la mejor solución querido Tato, pero si todos hicieramos eso no hubiera podido escribir esta entrada. Y sí... yo soy uno de los que he hecho snowboard en mi salón.

¿Gas Natural?, entonces tampoco es la solución amiga Dama, aunque también podrías salir al lavadero en paraguas, así al menos tu vecina no te podrá ver.

Un abrazo a todos queridos amigos.

Anónimo dijo...

Joé hacía años que ni escuchaba ni leía la palabra "excretar"...

Hace un par de años estaba en el apartamento recién estrenado de un amigo mío. Al rato llaman a la puerta y es el vecino envuelto en una toalla pidiendo ayuda para que "apagar" el sistema de hidromasaje que acababa de estrenar pero que no sabía como hacer que dejara de funcionar.
Por si alguien no lo sabe es un artilugio que se coloca bajo la ducha y tiene unas salidas de agua que apuntan al cuerpo.

Por cierto, el vecino es un periodista que escribe en el periódico de las tres letras.

Dama, tu vecina es como la de Manolito Gafotas, cuando alguien pasa por su escalera sale diciendo: "estaba limpiando la mirilla y te he visto..."

Er Tato dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Reyes dijo...

Mi vecina es para dedicarle a ella solita una entrada...
Me das una idea, Maese.

Reyes dijo...

Mi vecina es para dedicarle a ella solita una entrada...
Me das una idea, Maese.

Jero Moreno dijo...

Me ha gustado mucho tu blog, paisano. No te imaginas lo que me he podido reír con este post... ¡Qué arte tienes! jajajaja... Lo triste del asunto es que me he visto reflejado en varias escenas.

Un abrazo!

el aguaó dijo...

Muchas gracias amigo Jero Moreno, pásate por aquí siempre que gustes, pues esta es tu casa.

Un abrazo.