martes, 25 de noviembre de 2008

El atardecer de Vincent

Brillaban sus ojos al resplandor de los recuerdos. Estaba viendo aquel libro y entonces apareció ese cuadro primerizo en el prólogo del que sería un gran pintor. Acarició delicadamente la fotografía como si pudiera atravesar con sus dedos el papel y sumergirse en la atmósfera que insinuaba la obra. Su rostro dibujó una sonrisa profundamente melancólica y cargada de sentimientos. Era como si la tristeza, por un segundo, hubiera aprendido a reír, a esbozar alegría sin serlo. Sólo era una ilusión y él lo sabía. A veces, se acordaba de lo difícil que eran algunas cosas, y entonces parecía escuchar su voz... dicen que la vida es así. Y otras, se dejaba atrapar por don Pedro, y cómo sugería que la vida no era otra cosa sino sueño.

¿Qué es la vida? Un frenesí,
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.



Observó el cuadro con detenimiento y su corazón comenzó a latir con una fuerza inusitada. Desboque de sentimientos encontrados en el rincón de la memoria. Pudo sentir que le envolvía aquel atardecer verdoso de tonos pardos y emborronado por las lágrimas de la realidad. El gran Vincent ya demostraba su tremenda facilidad para la pintura, aunque aún no había estallado en su interior el ramillete de pinceladas vivas y chorros de luz que el Impresionismo se encargaría de espolear, para acabar cometiendo con su obra, un toque de originalidad inusitado y único en la Historia del Arte. Había saltado al cuadro y se encontraba en aquella pequeña región de Nuenen que acogiera un tiempo al pintor. Contempló el esquema organizado y trazado de aquella zanja central nevada, que seguía su curso hasta la línea final del prado, otorgando una senda de luz, apenas sugerida, y dividiendo hasta el límite del cielo en dos el paisaje. Árboles y zanja verticalmente y el horizonte como frontera horizontal. La lejanía marcaba el final del día entre tonalidades verdosas, oscuras y terrosas. Sólo una línea de luz marcaba la diferencia de atmósfera de toda la obra. El sol moribundo y sus últimas palpitaciones de color anaranjado. Van Gogh estaba palpando el Impresionismo sin necesidad de acudir a París, pues su genialidad se lo ofrecía en bandeja.


Una lágrima furtiva, desoyendo la fuerza de la razón, descendió rápidamente por su rostro e impactó en el libro quebrándose en mil pedazos. Contempló la lámina que ofrecía el libro detenidamente, una vez más. Vincent Van GoghPaisaje al atardecer. Suspiró en un quejido contenido y sus ojos, vidriosos y febriles, dejaron de mirar para ver en su interior. La tira de imágenes aparecía como una proyección de diapositivas ante su mirada velada. Un atardecer con la sombra del gran Vincent bajo su subconsciente y el frescor del final del día acariciando su rostro. Sintió de nuevo las cosquillas en la boca del estómago y aquel momento congelado en un instante del pasado. Los muslos fríos al contacto de la piedra antigua y los detalles de una historia corriendo ante sus ojos como la función de un teatro clásico. Todo desplegado bajo sus pies en el final de un risco. Y al fondo del pasillo de lo ilimitado, un desfile de luces cambiantes y un disco anaranjado que desciende lentamente. Todo es tan bello. Hay tanta belleza alrededor. Y por encima de toda aquella hermosura, estaba ella.


Nada tenía sentido sin ella. La respuesta a todas las preguntas. La dosis necesaria para seguir con vida. La mayor luz de aquel atardecer. Recordaba su perfume. Su olor. El tacto de su piel bajo sus manos. La fuerza con la que sus dedos se entrelazaban en una alianza de amor incondicional. Sonrió mientras una nueva lágrima le besaba el rostro. Recordaba cómo la había abrazado, delicadamente, sintiéndola entre sus brazos. Cómo le había apartado el pelo suavemente para verla mejor. ¡Estaba tan guapa!. Recordaba su sonrisa y su mirada... la misma sonrisa que le hacía temblar y esa mirada que lo atrapaba. Algo genial y especial. Y ahora, sólo y en silencio, sentado en su viejo sillón, observaba aquel cuadro en el que atardecía en Nuenen. El sol se ponía sin remedio, como aquella tarde. Como aquel día que jamás quiso se acabase. No podía parar el tiempo, y tampoco pudo ese día. El sol acabó clavándose en las entrañas de la tierra. Lentamente. El ocaso de una bellísima tarde que agonizaba mortecina entre luces malvas y anaranjadas. Con una parsimonia cargada de hermosura y nostalgia en un mismo golpe. El fin del mundo atrapado en el límite de un risco de piedra clásica. La impotencia de saber que se acaba el día y que no puedes hacer nada porque finalmente el astro rey se oculte tras el horizonte. No puedes pararlo. No puedes frenar el curso del tiempo. Su vista se convirtió en un velo húmedo y la garganta se cerró rápidamente con un mordisco letal. Ese atardecer sólo era un recuerdo y ahora ella no estaba junto a él para abrazarla, acariciarla y besarla. Y le faltaba el aire. La echaba tanto de menos... ¿Dónde estás?, se preguntó mientras su alma se escapaba por los resquicios de su corazón.

Las palabras de Van Gogh en una de las cartas a su hermano Theo resonaban en su cabeza una y otra vez, “una de las cosas más bellas ha sido pintar la oscuridad, que es también color”. Sin darse cuenta, había pasado todas las páginas del libro, y ahora sostenía la cubierta. Las páginas habían pasado sin ser leídas. Sin ser vistas. Habían pasado sin sentido, como el tiempo transcurrido desde la última vez que la vio...

31 comentarios:

Juanma dijo...

Maravillosa entrada, querido Ramsés, colmada de sensibilidad y buen gusto.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Siendo yo la Iglesia de Auvers no puedo hacer menos que agradecerte esta entrada.

Mi pintor favorito parece otro visto por tus ojos.

Gracias por dedicarnos unas líneas a todos los que amamos a Vincent.

El arte y tú sois uno.

Zapateiro dijo...

Aguaó qué bien me ha sentado entrar en tu blog. Es un remanso de calma.
Me gustó mucho tu entrada y tu música.

Un beso.

ANTONIO SIERRA ESCOBAR dijo...

Una vez más amigo, remarcando la genialidad ignorada de los genios. Sigue siendo un placer, leerte. Trago de agua fresca y reconfortante. Un fuerte abrazo.

Ludwig Constantine dijo...

Magnífico, sí señor. Y no me refiero sólo al cuadro.

Anónimo dijo...

Dolorosamente hermoso es el encanto que Vincent plasmo en su periodo de Auvers.

Es curioso como ese encanto mágico ha llegado intacto hasta nosotros a través de tu texto.

Un abrazo

nefer dijo...

GENIAL AMIGO:

Si ARTE es transmitir sentimientos, reales o imaginarios, otra lección de ARTE y de ARTE.

1BESO.

Juan Duque Oliva dijo...

Tenía varias pestañas abiertas en el explorador y buscaba esa música que me estaba llamando para calmar mi sed y por fin di con ella, no podía venir de otro sitio con esa sensibilidad y sentimiento.

Don Pedro tenía mucha razón pero aquí, se hacen un poco realidad, hasta es posible pintar la oscuridad.

Un abrazo Aguaó que buena está el agua de tu cántaro.

Juan Duque Oliva dijo...

Ahora a ver quien me guía a casa.

callejón de los trapos dijo...

El agua de de este cántaro tiene algo que engancha, y parece claro que son esas letras, esas palabras una tras otra y de esta manera tan sublimemente encadenadas. Una magnifica entrada y una visión diferente de tan magna obra.

El Caliz de la Canina dijo...

y Freddy como banda sonora, 25 de Noviembre de 2008, fecha triste para los amantes de la música.

Un abrazo canino.

La Canina seguirá cavilando .....

eólica dijo...

precioso, realmente divino

besos

Juan Duque Oliva dijo...

Me ha bajado el the best donde viene la canción y que buena tarde estoy echando.

He ido hasta a correr de la marcha que me ha dado.

Tormenta. dijo...

Leyendo el post, y escuchando la música, fue genial y un buen acompañamiento.
Qué paz he notado, gracias..

Besos!.

Tormenta. dijo...

Aguaó, me podrías decir el nombre de la canción que suena?
es que me encnató! gracias!.

Anónimo dijo...

Me encanta leerte.

Te quiero.

Er Tato dijo...

A mí también me encanta leerte. Literalmnte.

Y yo también te quiero.

Juanlu dijo...

Como siempre es un deleite leer tus entradas y zambullirse en el mundo de tus palabras.
Gran elección en el pintor, de los más grandes.
Un saludo compañero-.

La gata Roma dijo...

Casualidades, comenté en el blog de Ludwig hace poco haciendo referencia a Calderón; de hecho mi breve fragmento está mal escrito porque lo puse de memoria.
Y me viene a la cabeza una historia totalmente diferente, de hace años ya, con una gente a los que en la distancia reconozco como otros, que éramos demasiado jóvenes para ser los de ahora; desayunando churros en el Puente Triana, vi este cuadro en un libro de Vann Gogh que le habían regalado a otra persona, traido desde Holanda… Al pensarlo veo que todo era surreal, viendo un atardecer mientras amanecía en Sevilla y Triana.
Kisses

P.S. La tristeza arranca sonrisas, no sé porqué, yo ahora sonrío de hecho.

Antonio dijo...

Sin los sueños no somos nada.

Me alegra verte en plena forma.

Antonio

sevillana dijo...

Preciosa entrada mi querido aguaó y la música de fondo es para soñar despierto.
Cierras los ojos y te transportas a otra época, a otro paisaje, a otro mundo.
Muchos besitos

Zinquirilla dijo...

Una bonita historia para ese atardecer de Vincent.

Saludos.

América dijo...

Estas entradas tuyas me dejan sin aliento,cuanta poesía y sensiblidad,una mirada al genio un paso mas allá,siempre tus entradas dan un paso mas,ese que emociona y que hace que resulte decir algo mas,cae la noche a través de esa preciosa obra.

América dijo...

Por supuesto la música que elegistes una belleza,una combinación que rompe el corazón...Muy bello...

Híspalis dijo...

Te he dejado un comentario en el blog de la radio de los blogueros...

Reyes dijo...

Te superas día a día, en artista y en persona.

Unknown dijo...

Si ya es un placer leerte; si me fascina desde siempre la pintura de Van Gogh; y para colmo me pones de fondo la versión acústica del Guide me Home, ya es que me quedo aquí a vivir para siempre....

Respecto al cuadro, me causa inquietud, desazón... la batalla interior que se estaría librando en Vincent debía ser tremenda...

Y es que, en mi opinión, de esos espíritus atormentados salen las mas geniales obras de arte: Goya, Beethoven, Sabato, Machado... es como un manantial de agua que nace después de años buscando el camino por donde aflorar a la superficie; nadie sabe lo que ha costado que llegue hasta allí, pero una vez ha salido al exterior, es un espectáculo único.

Saludos.

Jordi de Triana dijo...

Una nueva lección magistral. Historia apasionante, obra de arte maravillosa, buena música y texto para enmarcar. Aguaó no sabes la suerte que tenemos tus amigos de descubrir que cada una de tus entradas supera a la anterior. Estas son las cosas del destino y del infinito panorama de Internet. Muchas veces mal intencionado y viciado y otras tantas y en especial ésta para deleite de los sentidos y para enriquecer el ya gustoso paladar de los que saboreamos cada sorbo del la Historia del Arte Universal. Los pinceles del buen gusto, del conocimiento y de la generosidad vuelven a deleitarnos con inigualable lienzo. A los demás nos queda aprender y mucho, cada vez que abrimos las páginas de tu libro de pasiones y sentimientos.

Que el Dios que mora en San Lorenzo te lo premie.

Verdial dijo...

La maravillosa combinación de texto, música e imágenes me ha elevado a lo más alto. Rocé la esperitualidad.

Un abrazo

del porvenir dijo...

Mi tocayo ha sido uno de los más grandes genios de la historia de la pintura.
P.D. De verdad, no de ojana como Barceló, que parece que ha empezado a caérsele la bóveda de los 20 millones de leuros. La madre que lo... peinó (si es que vio un peine alguna vez)

radioblogueros dijo...

Hola Ramsés. Esta tarde estará en el programa Gómez de Celis para responder a todas
las preguntas de los blogueros sobre Santa Catalina. No faltes. Nos encantará contar contigo. Un abrazo.