domingo, 10 de mayo de 2009

Victoria

Decía Gustav Klimt “el que quiera saber algo sobre mí deberá observar detenidamente mis cuadros”. No se equivocaba el genial pintor de Viena, y tal vez la mejor forma de conocer a alguien sea a través de aquellas obras de Arte que le apasionan o le sorprenden. A veces no somos nosotros los que elegimos una representación artística, sino que es ella la que atrapa a sus espectadores. Los absorbe y los transporta a un punto onírico, dentro de una línea transgresora entre la realidad física y los deseos espirituales. Una elevación del alma suspendida en lo etéreo, donde el significado y el simbolismo juegan un papel tan importante, como incomprensible para la lógica y la razón. Sin saber porqué, eliges una obra de Arte porque la sientes, pero también ella te atrapa a ti. Es cuasi un paseo sin explicación, y tampoco es preciso que sea comprensible. Sencillamente es necesario dejarse llevar, volar y fluir a través del mensaje que nos expresa y que nos transmite. Puede que la clave esté en todas esas sensaciones que nos hacen estremecernos ante un edificio, una escultura, una pintura o un objeto que posean las características necesarias para ser Arte. Esa obra que clasificas entre tus favoritas, te engancha y te sugestiona la primera vez que la ves. Se crea un viaje astral que nos separa de todo lo físico que conocemos. Nuestra mente y conciencia se traslada en un camino espiritual atravesando campos de emociones que sólo experimentamos con la visualización y el contacto directo con esa obra. Podemos viajar al futuro y al pasado con la simple contemplación de la sensibilidad artística. Es entonces cuando se crean unos lazos inseparables. Puede que estos síntomas estén englobados en lo que Henri Beyle llamó “Síndrome de Stendhal”, y que él mismo sufrió al llegar a Florencia, pero yo voy más allá de lo puramente físico. No estoy hablando de mareos ni de asfixia, sino de algo mucho más trascendental. Pongamos un ejemplo de lo anteriormente citado. Tengo una amiga cuyas obras de Arte preferidas son Las Pirámides de Gizeh, Abu-Simbel, el “David” de Miguel Ángel y “Las Meninas” de don Diego. A través de las diferentes representaciones artísticas elegidas por ella podemos averiguar, como decía Klimt, algo sobre su forma de ser.


Las Pirámides de Gizeh y el Templo de Abu-Simbel son dos ejemplos claros del Arte Egipcio, pero siempre han estado muy relacionados con el esoterismo y el misterio. Los egipcios poseían características sorprendentes que podían ser claramente señaladas como producto de una respuesta sobrenatural. ¿Qué tienen las Pirámides de Gizeh que tanta curiosidad despierta en muchos de nosotros?, es un símbolo ascensional. A través de la pirámide, y más en Egipto cuya finalidad era mortuoria, el alma del difunto asciende al cielo. También se relaciona con Ra, dios del Sol. El Astro Rey da luz, y la luz es conocimiento. La sabiduría se convierte aquí en el motivo de existencia. La razón es la luz. Y no hay que descartar su relación directa con los masones, como dijo M. Saunier “es el símbolo supremo de toda iniciación, edificado según los designios del Gran Arquitecto del Universo, que es la Vida”. Las Pirámides de Gizeh fueron construidas hacia el 2585-2511 a.C. y corresponden a la IV Dinastía, en relación con los faraones Keops, Kefren y Mikerinos. Teorías y estudios han querido ajustarlas a unas coordenadas coincidentes con la astrología y la astronomía, dentro de unas especificaciones particulares. Desde su creación, las pirámides se convertirían en un sello característico de Egipto. Abu-Simbel es diferente. Es un templo cargado de vida donde el silencio y la calma invitan a lo contrario. Formado por dos conjuntos que se complementan, constituye una verdadera obra, culminación del Arte Egipcio. Realizado hacia 1260 a.C. su fachada nos invita a reflexionar sobre la grandeza del faraón y la insignificancia del visitante, del ser humano junto a la divinidad, que se adentra y sumerge en un mundo de pomposidad, todo ello bajo la tutela de los dioses y el propio faraón divinizado. En la profundidad de su corredor principal, se sitúa el conjunto de esculturas formado por Ptah, Amón-Ra, Ra-Harakhte y Ramsés II, dentro de una penumbra que se rompe dos veces al año, el 20 de octubre y el 20 de febrero, cuando el equinoccio hace presencia y la luz lo llena todo. Es un templo donde parece que no hay vida, pero estaba diseñado para que rebosara vitalidad. Se puede presentir la luz que recibe. Debido a su traslado entre 1964 y 1968, por la construcción del lago Nasser y su inundación, perdió la armonía que poseía. Un conjunto que integraba su monumentalidad y bella perfección con la sutileza de su alrededor, haciendo del paisaje su mejor aliado. Actualmente, este último detalle se ha perdido.


Cuando Miguel Ángel realiza el “David”, rompe con todas las representaciones anteriores. Nada se le iguala. Haciendo un alarde de técnica y rebosando genialidad pese a su juventud, el magnífico escultor tuvo que hacer la figura del rey de Israel partiendo de un bloque ya trabajado por Agostino di Duccio, sin mucho éxito. Por este motivo, si de algo adolece dicha escultura, es de falta de profundidad. Sin embargo, el resultado fue una impresionante obra de cuatro metros de alto, un colosalismo que iniciaría una revolución estética y técnica en el Cinquecento. Pero Miguel Ángel no sólo modificó las medidas y mejoró la técnica ya existente, además aportó algo que no había anteriormente. Una visión completamente diferente del tema tratado. Se abandona ese aire infantil, esa inocencia propia de lo pueril que rebosan las representaciones anteriores de David. El genial escultor difumina el pasado y lo transforma en un ejemplo de belleza sin parangón. Evade los escrúpulos y las pantomimas eclesiásticas sobre la desnudez y representa la belleza del cuerpo humano. Atraviesa con su veraz imagen y la naturalidad de las formas todo el recato que emana de la Iglesia y lo relaciona directamente con el espíritu humano. A Buonarroti no le importan las lenguas viperinas e hipócritas que pueden desprenderse en forma de críticas venenosas contra su escultura. Miguel Ángel es un creyente acérrimo. Tiene fe y se demuestra en aquellas poesías que dejó escritas, pero él la entiende de otra forma. Cree en la belleza como camino para llegar a Dios. Alcanzar el cielo por la contemplación de la exultante hermosura, pero la belleza tiene el peligro pecaminoso de caer en el Amor. Este camino dual, espinoso, que lo describe como abrasador y, en realidad, contradictorio incluso para él mismo, lo atormentará durante toda su vida. Este punto dubitativo de existencia moral lo narrará a la perfección en una frase mítica: “…Ama, abrásate, pues todo mortal no tendrá otras alas para llegar al cielo”. La belleza humana, para el magnífico creador de la Toscana, es piadosa porque imita la belleza divina, y ésta se puede representar desnuda. El resto aparece en la mirada de David, donde se puede apreciar el cambio. No es un hombre vencedor, pues aún no ha hecho nada, pero está seguro de sí mismo. Hay una presencia celestial y humana a la misma vez. Miguel Ángel esculpió el espíritu humano en consonancia con la belleza divina.


Don Diego es punto y aparte. Es la dulzura hecha pintura. La genialidad expuesta en un lienzo. Lo sublime al óleo. La delicadeza y la sutilidad de lo magnífico representado con una técnica exquisita y deliciosa. Quizás sean “Las Meninas” un mal ejemplo para encontrar los posibles errores que cometiera don Diego en su carrera, pues esta obra posee una espléndida composición que ha supuesto un paradigma en la Historia del Arte. El excelso pintor alcanza aquí el límite de la perfección y palpa toda su capacidad, en un cuadro que se sitúa en las postrimerías de su carrera y, por consiguiente, de su propia vida. La relación entre la naturalidad, la realidad, y los estudios y reflexiones que le han aportado unos conocimientos técnicos sorprendentes, se ven reflejados en esta obra. Su Arte, si alguna vez no fue maduro, aquí lo es en su completa plenitud. No abandona la interpretación humana, la representación del espíritu interno y de la persona que pinta. Es decir, no ha dejado de inmortalizar sólo la figura de los personajes, sino su propio mundo interior. Don Diego demuestra en este lienzo que la culminación de su obra coincide con el último suspiro de su vida. Dicen que la perfección no existe, pero si alguien tuvo la oportunidad de acariciarla, ese era el admirable y grandioso pintor sevillano. También conocida como “La Familia de Felipe IV”, no ha dejado de levantar dudas sobre el tema representado, así como el misterio que suscita al introducir al espectador en una creación magnífica, donde la realidad es la protagonista. ¿Qué pinta don Diego en su lienzo?. Es un cuadro dentro de otro cuadro. Considerada obra clave en la Historia de la Pintura Universal, Lucas Jordán, pintor barroco de la corte española, opinó al contemplarla por primera vez “ésta es la Teología de la Pintura”, y Carl Justi no pudo expresar de forma más clara lo que sintió al verla, “no hay cuadro que nos haga olvidar éste”.


Ya lo dijo Klimt, “el que quiera saber algo sobre mí deberá observar detenidamente mis cuadros”. No sólo tenemos un cuadro, también una escultura y dos edificios de la Historia del Arte para conocer a través de ellos algo sobre mi amiga y su forma de ser. Ella es diferente. Es capaz de romper los esquemas y convertirse en aquella figura destacada de las demás sin pretenderlo, y eso es lo mágico de su maravillosa forma de ser. En cierto modo, también le tiene que gustar el templo de Atenea Niké de la Acrópolis de Atenas, pues en dicha obra aparece un friso en relieve cargado de una representación en serie de la Victoria. Todas aladas y dispuestas de la misma manera, excepto una. Una de ellas se para deliciosamente a ajustarse la sandalia. Es precisamente esa Victoria la que hace grande el conjunto. La que armoniza y equilibra todo el relieve dotándolo de un aire especial, de un detalle que asombra y llama la atención. Algo tan natural y sencillo como el gesto representado, hace que esa Victoria esté fuera de lo común. La que destaca de todas las demás sin pretenderlo. Ésa es mi amiga, la que rompe los moldes de la normalidad y se convierte en la representación humana de algo que parecía extinto: la nobleza y la bondad. Por eso puede que le guste el “David” de Miguel Ángel, o quizás por ese motivo la escultura la ha elegido a ella. La obra de Arte, a veces, es la que consigue retenerte, la que te selecciona como su espectador. El “David” del genio Buonarroti destaca por romper con todas las representaciones anteriores del mismo personaje. A mi amiga le ocurre lo mismo. Cuando la conoces, quedas atrapado por ese ramillete de virtudes que creías habían desaparecido en la picardía del mundo, muertas por el egoísmo creciente de una humanidad en la que la bondad se paga a precio de oro, sin saber el rico que ni el más poderoso caballero puede con ella. Un mundo en que la nobleza se traiciona asaeteándola por la espalda, pero que ella se encarga de elevar y ondearla al viento, y lo mejor, siempre inconscientemente, como debe ser. Cuando contemplas la belleza del “David”, te das cuenta que la perfección no existe por muy poco, y que realmente sobra lo demás. No hay visión para otra cosa. La naturalidad de su desnudo es la mejor forma de relacionar el espíritu del Arte con la hermosura sin ambages. ¿Por qué no dejarse atrapar por lo bello?, y era entonces cuando Miguel Ángel hablaba del Amor y la forma de abrasar que tenía este sentimiento. A mi amiga le gustan las rosas rojas. La belleza de la rosa roja siempre ha estado relacionada con el Amor, y quizás tenga una conexión casi directa con la obra del escultor toscano. Belleza y Amor. Mi amiga, al igual que cuando uno se deja atrapar por la perfección equilibrada y la extraordinaria composición del David, cuando mira una rosa, nunca ve las espinas. Puede que la bondad pura, aquello que creemos se ha perdido, resida en ella de tal manera que sólo puede ver lo bueno. No hay nada más. Sencillamente es así de simple. Lo bueno. Y así de difícil.


Ella es un misterio. Descubrir su forma de ser y navegar por sus conversaciones, es como un viaje astral cargado de elementos esotéricos. Y eso le encanta. Los enigmas siempre han sido una obsesión para ella. El halo de lo desconocido y todos los secretos que nos depara el destino, y el propio pasado, han supuesto una fuente de conocimiento que germina en su interior como si de una planta llena de sabiduría se tratara. Por eso las Pirámides de Gizeh y Abu-Simbel, repletos de preguntas sin contestar, la atraparon en uno de sus viajes. El brillo de la curiosidad y los arcanos, encerrados en previsiones futuras de cartón y bolas de cristal desvirtuado. Y puede que también la atrapara esa luz. Esa misma luz, tan presente y relacionada con el Sol y el dios Ra en Egipto, que terminaría siendo la culpable de su inteligencia. Portadora de conversaciones fascinantes, nunca dejas de aprender con ella, y te aportará siempre algo. Opiniones sinceras y valiosos puntos de vista. Y no por ello deja de ser prudente. Esa prudencia que se vislumbra en el rostro vencedor, pero cauto, del “David”. Y es que mi amiga puede conseguir todo lo que se proponga. David no sabía que era imposible derrotar a Goliat, por eso lo consiguió. Ella no sabe que es extraordinaria, en todas las acepciones de la palabra, de hecho lo niega rotundamente, por eso lo es. Y además me da la oportunidad de decírselo cada vez que la veo. Por muchas veces que veamos “Las Meninas”, jamás nos cansaremos de decir que es un cuadro maravilloso. Extraordinario.


¿Y no hay dulzura en un cuadro de don Diego?, ¿algo más humanamente representado que los retratos del genio sevillano?, ¿la nobleza exultante de un pintor que siempre apoyó a Felipe IV por su amistad antes que por ser el monarca?, pues quizás este sea un ejemplo claro del porqué en la elección de este lienzo. Mi amiga es un espejo donde mirarse, como el mismo que don Diego utiliza en el salón del Alcázar del rey. Representa la nobleza, pero es tan humilde como la cruz de la orden de Santiago, que fue pintada después. Con su genio, fuerte cuando hace falta sacarlo, como se destila de la mirada de David. Pero si hay algo que caracteriza a esta escultura y a “Las Meninas”, es su carácter extraordinario, excelente. Esa puede ser la mayor cualidad de mi amiga, que es excelente.


Y es que mi amiga te sorprende, como la “Victoria de Samotracia” sorprende al visitante del Louvre desplegando sus alas en aquella hermosa escalera. Las mismas alas que suelen tener los ángeles de la guarda, como ella. Fuente de misterio y esoterismo agrupado en una pirámide de buenos consejos. Tan transparente como una Bola de Cristal, reservada para los mejores augurios. Cuartillas de cartón para averiguar el futuro escrito en la telepatía de mundos personales. Un paseo nocturno por las calles medievales de una ciudad mariana. La dulzura de una tarta de queso bañada con frambuesa a la orilla de un jardín zen. Amante de los viajes, físicos o psíquicos, que nos depara la vida. La Historia Interminable de una ilusión que no pierde. Una ilusión que transmite y contagia. Una ilusión que te hace levitar espiritualmente, que te transporta a ese mundo del que nunca debemos salir completamente, donde los sueños son posibles y el vértigo te hace sonreír. El café de un domingo por la tarde. El equilibrio y la armonía de un serranito de pollo. La excursión al corazón de la naturaleza más humana. Lámpara de sal que limpia de negatividad a todo el que la rodea. Un tesoro digno de descubrir. La libertad del tiempo y sus cadenas. La que siempre está ahí. La sorpresa de una boca muda que responde a un oído sordo. La risa sincera. Abanderada del honor y la moral. Una mano que te aúpa y un hombro donde apoyarte. Capaz de darlo todo por nada. La sensibilidad a flor de piel. La mejor compañía que se puede tener. El mejor consejo que se puede seguir. La sonrisa de la amistad. La prueba de que la bondad y la nobleza no se han extinguido: mi amiga Victoria.

Puede que, después de este análisis entre el Arte y las personas, en el cual hemos podido comprobar la relación directa entre las diferentes representaciones artísticas y sus espectadores favoritos, nos surja la duda de quién hace realmente la elección, si el individuo… o la obra de Arte. Si tenéis la oportunidad de comprobarlo directamente, puede que lo sepáis.

Y a vuesas mercedes... ¿cuales son las obras de Arte que os atraparon?, ¿conocéis a mi amiga Victoria?, ¿cual es la pintura, la escultura y el edificio artístico que os enamoró?, ¿os sentis relacionados con ellas?...ya hace calor. Echaos un trago.

Para mi amiga Victoria, poseedora de todas las virtudes expuestas anteriormente…

19 comentarios:

La gata Roma dijo...

Desde que he leído la entrada no paro de pensar en mis obras de arte favoritas… y no sé si dicen algo de mí, y peor… ¿qué dicen?
Mmmmmmmm y para colmo en algunos casos me cuesta decidirme por una…. ¿seré bipolar? Y lo peor, ya que no paro de darle vueltas… ¿me estoy volviendo una egocéntrica? Demasiado pensar ya para un domingo, más aún con la semana que se queda atrás, y mucho más con la que viene….

Bueno, y que me ha encantado la entrada, a todo esto…

Kisses

P.S. Y de las Meninas no hablo porque entonces el comentario sería aún más largo que tu entrada.

Finidiblanco dijo...

Cuadros dos: Lección de anatomía de Rembrandt y el Grito de Munch, escultura: el éxtasis de Santa Teresa de Bernini y edificio, la catedral de Florencia, y más concretamente, su cúpula.

Por cierto a tu amiga Victoria no la conozco, es más creo que últimamente conozco más a Derrota que a Victoria, saludos aguaó

Juan Duque Oliva dijo...

Si lo hubieras hecho con las tuyas seguro que te sacamos también infinidad de cualidades que demuestras día a día por el amor que desprendes en cada una de tus palabras, se puede saber tanto de ti por como escribes, imagínate si nos dices también cualquier dato más tuyo como tus obras de arte favoritas.

Lo bueno es que nos has dado una cantidad de información sobre esas obras maravillosas que es de agradecer, por ejemplo no sabía que las pirámides las cambiaron de sitio, que barbaridad. Es como si la Giralda la ponen en Nuevo Torneo (que no quedaría mal, a mi me gustaría).

Impresionantes las tres obras, pero destaco la de las pirámides porque no la conocía.

Un placer divino el saborear la frescura de tus aguas.

Carmenchu dijo...

Aguaó, ufff, hay tantas obras que me hacen vibrar, que no sería capaz de seleccionar: La colección de bailarinas de Degás, Los cafés franceses de Van Gogh, los feísismos felinos de Chagall; la Saint Chapelle de París (no pude sacármela de la cabeza durante un tiempo); el palacio de Jabalquinto en Baeza; el caso antiguo de Praga (bellísimo); las torres Quio que me hacen pensar en la infinitud de la Castellana; los parques londinenses, la Alhambra...

América dijo...

Hay amigo!...Así sin pensarlo mucho lo que me viene a la memoria,dos óleos estupendos que tuve la oportunidad de ver en el Prado en una exposición temporal,formaban parte de una exposición de cuadros de gran formato...Pero a lo que iba...

El Óleo Doña Juana 'la Loca'1877
Francisco Pradilla y Ortiz,un momento del trayecto que doña Juana hizo con el cadáver de su esposo desde Miraflores a Granada, donde sería enterrado.

Me acuerdo de la impresión que me causo la figura mirando el féretro y aquellas velas a apunto de apagarse por el viento, y el humo de la fogata casi envolviendo parte de la escena,y el cuadro de Antonio Muñoz Degrain,Los amantes de Teruel,el detalle del rico vestido de la protagonista en el oscuro interior de la iglesia,la tristeza de la escena.

Por supuesto los óleos de Julio Romero de Torres,después de ver las imagenes en Internet y en los libros cuando por fin los vi sentía una gran emoción,no se si es por que mentalmente ahora me encuentro en España pero la Alhambra,que maravillosa joya....
Lo dejo hasta aquí,por que prefiero decirte que la entrada es una delicia que me permitio a mi también ampliar mis horizontes,un abrazo!!!!

Cofiliquili dijo...

Que suerte que tenemos algunas de tenerte como amigo, eres un hombre maravilloso.

Nunca me he parado a seleccionar cuáles son mis obras de arte favoritas, imagino que también a ti te costará un buen esfuerzo quedarte con tres. De entre algunas que tienen un valor especial por el momento en que las ví, con quienes las contemplé, o que simbolizan, me quedo con una pintura de Modigliani "Zingara con Bambino".
Fue el último regalo de mi 25 cumpleaños, una lamina que a mi parecer, me representa. Para los que no lo saben fue el Aguaó junto con otros dos queridos amigos, los que me hicieron ese maravilloso regalo para el que siempre habrá un espacio privilegiado en casa.

del porvenir dijo...

Victoria, sólo tu nombre.

el aguaó dijo...

Eso sería interesante averiguarlo querida Gata, qué dicen de ti. Sin embargo, no me has dicho cuales son, exceptuando la pintura, que sospecho es la misma que la de mi amiga Victoria.

Curiosos casos en la pintura amigo Finidiblanco, Barroco y Simbolismo. Bernini es panacea escultural. Y en cuanto a la cúpla de Florencia... amigo mío, no te lo vas a creer, pero uno de los motivos que me impulsó a estudiar Historia del Arte fue Brunelleschi y su cúpula de Santa María dei Fiori. En cuanto a mi amiga Victoria, supera, con creces, a Derrota. Lo sé, porque conozco a las dos.

Muchísimas gracias por tus amables palabras amigo Juan. Lo de grande lo sigo pensando, pero después de conocer tu nuevo desafío con una dieta, pasaré del término"grande" al término "genial". En cuanto a la mudanza de obras de Arte, no han sido las Pirámides las que cambiaron de lugar, sino el templo de Abu-Simbel.

Querida Carmenchu, a veces cuesta elegir, pero siempre destaca alguna por encima de las demás. Degas, Van Gogh, Chagall... tres pintores que he analizado en mi blog anteriormente.

Una selección maravillosa de obras de Arte amiga América. Me ha encantado ese carácter personal que influyó de forma decisiva en tu elección. Los óleos que han conseguido atraparte quizás estén un día en este puesto del agua.

Mil millones de gracias amiga Cofiliquili, por ser como eres y permitirme tenerte como amiga.

Sólo su nombre. Te entiendo perfectamente amigo Del Porvenir.

Un fuerte abrazo a todos y muchas gracias por seguir pasándose por este rincón donde se vende agua.

Reyes dijo...

Pues a mí me ocurrió como a tu amiga Victoria, pero sorprendentemente ni fue Abú Simbel (que desde que se trasladó arriba para hacer la presa de Aswan ha perdido el encanto de que entre el sol esos días...)ni las pirámides, fué el templo de Karnak. Todavía me emociono al recordarlo.
Pero no hay nada que me haya gustado más en el mundo que lo sentí en el Panteón de Agrippa en Roma y, como tú bien sabes, ante el Guernika.

Excelente artículo, Aguaó, como siempre.

La gata Roma dijo...

Bueno, no lo dije pero más o menos las conoces…
En escultura El rapto de Proserpina de Bernini, o el Moisés de Miguel Ángel.
En arquitectura soy bastante receptiva a casi cualquier estilo… La Catedral de Santiago, La Pedrera de Gaudí, época clásica, arquitectura Grecoromana… Nuestra SIC…
En pintura, si, coincido con Victoria, por añadir algo te diría La mujer azul de Picasso…

Kisses one more time

Pilar Moreno Wallace dijo...

Maravilloso texto el que dejas aqui, ha sido una lectura de lo más interesante. Son temas que me entusiasman, lo mismo la pintura que toda la cultura egipcia. Verdaderamente he disfrutado con un texto tan detallado.

Moe de Triana dijo...

Interesante eso que dices Aguaó miarma...

A mi en arquitectura me fascina la Capillita del Carmen, en escultura la flamenca del Altozano...Y en pintura el techo de la cocina de mi casa que estás pintao con pincel del 4, una maravilla miarma, todavía no ha cogío humedá ninguna desde que Chanquete botó el barco...

¡Un saludasso!

Zapateiro dijo...

Yo supongo que mi poca actracción por la cultura egipcia cambiará el día que pise aquellas tierras pero, por ahora, por más que lo intento pensar no sé qué motivo hay par aque no le vea el atractivo. Cosas raras de una servidora...

Un beso,

P.D: ¿ya no contestamos a los correos? estamos todos que vaya tela...

Híspalis dijo...

Después de leer esta magistral entrada prefiero no decir cuáles son mis obras favoritas... o quizás sí. La verdad es que se aprende mucho a tu lado querido Aguaó.

PD: Prepara tu cántaro bien para los meses que se acercan... Un fuerte abrazo.

Antonio dijo...

Ha comentado el de la clase de Anatomía... siempre me atrajo ese cuadro y por otro lado cuando sepamos la mitad que los egipcios entonces empezaremos a ver la luz. Fueron muy grandes.

Antonio

el aguaó dijo...

Grandes elecciones: Karnak y el Panteón. En el primero no estuve querida Dama, pero en el segundo sí he tenido la oportunidad de perderme entre su perfección circular. Y sí... es lógico que te atrapara.

Un buen puñado de obras de Arte querida Gata. Y todas interesantes. Don Diego es mucho don Diego.

Muchísimas gracias querida Pilar. Servidor también disfruta con tus perlas escritas exornando cuadros.

Amigo Moe, tal vez un día analice la forma de ser de voacé con esas obras tan interesantes. ¿Pincel del 4?, genial.

¿Y tus obras amiga Zapateiro? Las espero con ansia.

Si finalmente es que sí, amigo Híspalis, estaré encantado de analizar esa seducción artística.

Ellos abrieron la caja del conocimiento querido Antonio. Llevas razón.

Un fuerte abrazo a todos y muchísimas gracias por saciar vuestra sed en este puesto.

Zapateiro dijo...

Mis obras te las diré en persona, así me aseguro que habrá quedada;)

nefer dijo...

AMIGO AGUAÓ,

La gente cree que el David no se puede tocar para preservarlo, pero no, la realidad es otra, no nos dejan tocarlo para que sigamos pensando, ingenuos, que es fría piedra.

La gente cree que la foto capta la realidad de un instante, pero no, la realidad es otra, en las fotos podemos fingir nuestro ser, y eso tu Don Diego jamás lo permitiría.

Las Pirámides Amigo, Las Pirámides. Se enfadan los egipcios actuales cuando se les comenta que no pudieron ser obra del hombre, pero qué le vamos a hacer si es imposible creerlo.

Abu Simbel, no hay otra edificación en el mundo que represente más lo sagrado. No hay otra edificación en el mundo que te transporte mejor al otro lado. Cuando llegas no te atreves a entrar. Cuando estás dentro no te atreves a respirar. Y cuando sales no puedes dejar de admirarlo.

Amigo, la Victoria que nos describes es digna de un templo allá en la frontera con Nubia, como la Nefertari del Grande.

Yo también conozco a un Ramses Grande.

1BESO.

Amiga dijo...

Esta entrada enseña, conmueve y fascina a cualquiera independientemente de los conocimientos artísticos e históricos que posea; pero si además conoce a su protagonista, un@ se queda sobrecogid@...
...y por estos pequeños detalles de la vida es por lo que no se os puede dejar de querer.
Un fuerte abrazo!