“Hay destinos humanos ligados con un lugar o con un paisaje. Allí, en aquel jardín, sentado al borde de una fuente, soñaste un día la vida como embeleso inagotable. La amplitud del cielo te acuciaba a la acción; el alentar de las flores, las hojas y las aguas, a gozar sin remordimientos. Más tarde habías de comprender que ni la acción ni el goce podrías vivirlos con la perfección que tenían en tus sueños al borde de la fuente. Y el día que comprendiste esa triste verdad, aunque estabas lejos y en tierra extraña, deseaste volver a aquel jardín y sentarte de nuevo al borde de la fuente, para soñar otra vez la juventud pasada” – Ocnos, Luis Cernuda
Es diferente. Está claro y fuera de toda duda. Es diferente cuando no la sientes cerca. Tan diferente como algo inexistente, pero añorado a la vez. Es el saber que no puedes tocarla, olerla, oírla, que no puedes besarla, contemplarla, degustarla, que no puedes sentirla. La carencia total de cada una de las emociones que tiñen tus versos de la memoria con bellos colores monocromos. No hay que darle más vueltas porque es así. Sin más. Pero a veces, sólo en ocasiones, es necesario recordar, y hacer recordar, y cuando la memoria ha desdibujado los perfiles nítidos de la última imagen, sólo quedará la sensación imborrable e incorrupta, inmaculada incluso, del primer sentimiento vivido, pero también revivido. Y no es otra cosa, sino el exilio, bien forzado bien placentero, el que hace quebrar nuestro corazón cuando acudimos a un Amor incondicional. Es ella, y siempre lo fue. Y lo es. Y lo será cuando su perfil aparezca insinuado en la tibieza del aire cálido que solo tiene su cielo, perfumada con la dama de noche de un manto iluminado, brillante bajo la luz que posee o sensual tras un velo calado de fina lluvia. Cuando aparece sentada a los pies de la Cuesta del Caracol, esperándonos justo después de la corona del Quinto Centenario, entre las cuerdas del arpa del Alamillo o detrás de un pequeño indio que otea el horizonte de asfalto.
Por muchas cartas que le quieran escribir a esa mujer de origen fenicio, entrañas romanas, alma árabe y nombre de reconquista, los recuerdos de las primeras sensaciones serán el perfume que nos embriague cuando estemos fuera. Y es diferente. Ya lo dijo don Manuel Chaves Nogales “Hay, sin embargo, otra ciudad -¡hay tantas ciudades en cada recinto!- para los exégetas meticulosos, para los líricos, siempre insatisfechos, hambrientos de un hambre insaciable de ideal”. Es diferente porque cuando no estamos cerca, es cuando nuestros momentos a solas, nuestra intimidad compartida, acude a borbotones y nos hace revivir de manera especial esa complicidad que solo tenemos con ella. Porque Sevilla es la Giralda, la Torre del Oro y los Alcázares para los turistas, pero para muchos de nosotros es algo más. Es un adarve fresco, un jardín templado calado de luz, el escarceo amoroso de la trasera de un palio, una tapita de boquerones en adobo, el brillo del Giraldillo cuando las nubes esconden al sol, el olor de la mañana de un domingo silente, la cervecita del Tremendo, la primavera de su otoño, la luz de su Viernes Santo, el albero de nuestra ropa el domingo de Feria, el sabor de la grama del Parque del Alamillo, el sonido que tiene el reflejo del río, la espina clavada de un Cisquero, el sabor de Triana, la esquina de Santa Catalina, el color de las fuentes, el tacto del Parque de María Luisa, el cajón que corona un Traspaso, la nieve con perfume de azahar, el verde de la Palmera, el frío luterano, el olor del Rinconcillo, la hiedra de la calle Mármoles, el rojo de Nervión, la muralla del Valle, la lona verdiblanca, los coroneles alineando soldaos de la calle Gerona, el sabor del incienso, el farolillo rojo, las croquetas del Ovidio, la mancha de cera en la chaqueta, el chirimiri que cala, el magnolio de la esquina, los calentitos celestiales de doña Juana, la palmera de San Juan de la Palma, el codazo del Vizcaíno, el suspiro de miel del Señor del Cementerio, los adoquines de la calle Sol o el Monasterio de San Jerónimo.
Sevilla no es la ciudad más bonita del mundo, a veces amanece acuchillada por zanjas, su transporte público adolece de mejora, es agobiada por obras y mutilada en su idiosincrasia interna, anclada en la mentalidad rancia de alguna élite vagabunda y asfixiada en su intento de contemporaneidad en muchas de las ocasiones. Pero a pesar de todo, la quiero, estoy enamorado de ella, no puedo, ni quiero, hacer nada por evitarlo, y ella lo sabe.
He vuelto, y quizás la mejor de las sensaciones sea la que tenía aquel niño de don Luis Cernuda cuando acudía en busca de la ciudad una mañana veraniega de domingo, uno de esos paseos exquisitos e íntimos que recuerdo cuando estoy fuera: “Pero siempre sobre todo aquello, color, movimiento, calor, luminosidad, flotaba un aire limpio y como no respirado por otros todavía, trayendo consigo también algo de aquella misma sensación de lo inusitado, de la sorpresa, que embargaba el alma del niño y despertaba en él un gozo callado, desinteresado y hondo. Un gozo que ni los de la inteligencia luego, ni siquiera los del sexo, pudieron igualar ni recordárselo” – Ocnos, Luis Cernuda
19 comentarios:
Perfectamente definido, Ramsés. Así es su "embrujo amoroso" y así nos mata de amor para siempre:
Sevilla es una torre
llena de arqueros finos.
Sevilla para herir.
Córdoba para morir.
Una ciudad que acecha
largos ritmos,
y los enrosca
como laberintos.
Como tallos de parra
encendidos.
¡Sevilla para herir!
Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.
¡Córdoba para morir!
Y loca de horizonte,
mezcla en su vino
lo amargo de Don Juan
y lo perfecto de Dioniso.
Sevilla para herir.
¡Siempre Sevilla para herir!
Federico García Lorca, "Poema de la saeta".
Bienvenido.
¡¡¡aguaó!!!...
como cuando las avispas ponen los huevos a poniente se augura un verano de levante...
tu vuelta promete un otoño generoso en buenas entradas... estamos de enhorabuena...
¡a mis brazos!
Ay las croquetas de Ovidio, ay las croquetas.
Que buenas están
Joder macho que vacaciones más bien aprovechadas, se ve a la perfeción que has echado de menos Sevilla.
Prodigiosa la descripción que haces a traves del recorrido de sentimientos.
Bienvenido y felicidades por tan bella entrada.
Saludos.
¡¡Alegría grande volver a leerte!! Sevilla es todo eso, sí. Y, sin embargo, es también tanto más...
Un fuerte, fortísimo, abrazo.
Amén -maese aguaó- Después de leer esto, no hay nada más que añadir, bueno el placer o el suspiro de agradecimiento de haberse uno deleitado con la esencia de tu agua. Fuerte el abrazo.
También Sevilla es el agua que brinda un gentil y romántico Aguaó.
Preciosa entrada para terminar un verano y volver a tu ciudad. Fantástica. Un fuerte abrazo y por favor, sirve un poco de agua... ¡¡que hace aún mucha caló!!
La estaba esperando como agua de ¿agosto o septiembre? porque en mayo me gustan menos, preferiría que lloviera ahora, a ver si de paso se va el calor pegajoso este.
Un beso Ram.
Ya lo dijo Machado: "y Sevilla".
Tus palabras son emocionantes y sentidas, da gloria volver a tenerte por aquí. Y Sevilla no es la mejor ciudad para vivir, es que es la mejor ciudad del mundo.
Los apuntes de Ocnos, magistrales.
Un beso, artista.
Sevilla no es la mejor ciudad del mundo, seguro. Mucho menos es la mejor ciudad para vivir.
Lo bueno es lo que Sevilla cría: paisanos que la echan de menos cuando ella peor está, con sus zanjas y sus grados; hijos que van a verla muy de mañana, estando ella desierta, a oír cómo respiran los sillares que circundan la Plaza del Triunfo. Esto último olí yo una mañana de final de julio, cuando volví del exilio playero con ganas de volver a respirarla. La he disculpado durante todo el mes de agosto ("está con el mes"), sabiendo que ya en septiembre se mostrará más agradable y nunca dudando de que ella siempre nos quiere.
Bienvenido, buen hermano.
Me encanta leerte cuando le escribes a Sevilla miarma, de verdá te lo digo.
A ve si este regreso es ya pa siempre, para de esta forma tenerte de nuevo metío en el pelotón de los jartibles.
¡Un saludasso!
"...la primavera de su otoño..."(El mostro del aguador, sic); genial, genial, a sus pies.
Esas mil caras de la ciudad, son las que reconocemos, las que nos han hecho personas, ha sido el escenarios de nuestra vida. Así la belleza se puede encontrar en cualquier punto, y pese a sus imperfecciones, sus decepciones, la sentimos como algo nuestro.
Si el hombre es animal de costumbre, Sevilla es una magnífica jaula.
PD. Me ha encantado la Cita al gran Nogales, me alegro verte de vuelta por aqui.
Un abrazo
Una vez más genial querido amigo. Desgraciadamente he pasado un largo tiempo lejano a este maravilloso Mundo y a esa luz que brilla en el interior de los generosos corazones que dan sentido a su existencia. Has definido a la perfección los sentimientos de quienes vivimos íntimamente ligados a nuestra Ciudad. Sevilla es como la Madre que a punto está de darnos la vida y cuya permanencia en su lecho resulta ser imprescindible para nuestra subsistencia. Con el nacimiento y lejos del vientre materno seguimos queriéndola y al envejecer besamos con amor verdadero las canas que sutilmente resbalan por sus mejillas. Sevilla es una Madre muy especial, es Ella y no nosotros quien nos ve envejecer. Como dice una vieja canción lejos de Ella moriría. No hay mar que eclipse a mi Río cargado de sueños, no hay faro ni torre que compararse con mi Torre Centinela y Giralda pudiese, no existen lugares que me hagan olvidar a mis tres Arrabales: Triana, San Bernardo y Macarena, no existen barcas sino las que fueron calzada hacia la otra orilla. Tu música, tu silencio, tu olor y tu aroma me persiguen como cirineos compañeros en la lejanía de mis pasos. Atrás quedaron las noches de insomnio mirando a través de una pequeña ventana hacia un horizonte lejano, las estrellas que iluminaban la costa gaditana, el suave murmullo del mar silente y el penetrante olor a noche. No existe descanso lejos de ti Sevilla y de tu niña de azucena que bautizaron como Triana. Nostalgia de los atardeceres en San Lorenzo, de la puesta de Sol por el Aljarafe, de los paseos por el Porvenir a media tarde, de una Reina Coronada bajo una espadaña de amor macareno y del Señor de Sevilla, compañero inseparable de mi vida.
Vuelven las lágrimas a mis ojos cuando termina un viaje e inicio un nuevo sueño hacia ti Sevilla. Vuelvo a ver el azulejo del Cristo del Cachorro y un escalofría me recorre todo el cuerpo. Mis pasos me llevan hasta la calle San Jacinto y hacia mi Estrella de Triana, vuelvo a enmudecer, para Ella no encuentro palabras. A mi izquierda queda Señá Santa Ana que cuida de su Nieto bajo la atenta mirada de su Hija. Ante la Esperanza redescubro al niño que soñó acompañarla toda una noche por las calles de Sevilla.
Un fuerte abrazo querido amigo, que el Señor siga iluminándote.
A mi no me preocupa -me ilusiona si cabe- que siga siendo la misma lo que me duele es que no cambie.
Antonio
Has vuelto profundo amigo.
Un saludo
Sevilla nos endulza, nos atrapa y nos enamora. A veces también nos mata querida Charo.
A sus brazos Sr. Falserío, estamos de vuelta y la primavera del otoño sevillano augura un membrillo cargado de veranillo allá por San Miguel.
Muy buenas don Juan. Y que bien queda lo de don Juan.
Muchísimas gracias amigo Rafel. La Sevilla que te enamora lo hace por eso, por las sensaciones, emociones y sentimientos que hemos tenido con ella o gracias a ella.
Mi buen amigo Juanma... incluso más.
Me alegro de verte y leerte por aquí amigo Antonio. Genial tu entrada del Señor.
Caló tela amigo Híspalis. Toma toda la que quieras, que ya sabes estás en tu casa.
Ya estamos de vuelta y renovados querida Zapat.
Mi querida Dama, Onos es la más bella declaración de Amor de un novio lejos de su amada.
Los que aceptan eso, amigo Persa, son precisamente los que la quieren con un Amor incondicional. Me alegro de volver a verte por aquí amigo.
La 'vuelta al cole' siempre cuesta querido Moe, pero ya estamos aquí listos pa' reventá esto como Arrayán las noches de Canalsú.
Gracias querido Finidiblanco, la primavera del otoño sevillano es mucho más íntima.
Alegría la mía de volver a ver tu sombrero de eterno viajero amigo Edward. Chaves Nogales es, a veces, imprescindible.
Como siempre, amigo Jordi, tu comentario es digno de publicar como entrada, por su belleza y su delicada elegancia. Gracias de nuevo.
A veces, cuando alguien necesita un cambio y no lo da, se queda atrás. Un placer inmenso el volverte a tener entre las cántaras de mi puesto del agua amigo Antonio.
Renovado diría yo querido Del Porvenir.
Un fuerte abrazo a todos amigos.
illo que acabo de llegar de vacaciones, eres un taco de grande, nos vemos en pocos dias seguro, un abrazo y gracias por usar mis humildes retratos
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